Deportes. Martes, 10 de Septiembre, 2019
Su estado emocional es imperceptible. Llega a nuestra entrevista escudado por lentes de sol de color rosa, los cuales sirven para ocultar sus mejillas llenas de llanto y sus ojos rojos e hinchados. Se muestra apagado, tranquilo casi hasta hacerse una presencia fantasmal. Sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de que deje fluir sus emociones porque, una vez que superas su histrionismo, las excentricidades, la arrogancia y los piercings, la característica abrumadora de este simbólico erudito del baloncesto siempre ha sido su vulnerabilidad.
Con toda seguridad, ustedes recuerdan su conferencia de prensa en 1990, cuando fue presentado como Jugador Defensivo del Año en la NBA. En aquél entonces, apenas era un chico de aspecto limpio, vestido en jeans y zapatillas deportivas, que jamás había probado el alcohol y que se encontraba tan abrumado por la magnitud de su logro que no era capaz de hablar sin sollozar.
Dennis Rodman debe lidiar con muchas cosas por estos días, particularmente entender cuál es su propósito en la vida hoy en día, cuando ha pasado mucho tiempo desde que sus hazañas en el baloncesto quedaron relegadas en los libros de historia. Aquí se encuentra, en el complejo de eventos The Terrace at L.A. Live en el centro de la ciudad de Los Ángeles para conversar sobre su nuevo documental de la serie 30 for 30 de ESPN titulado “Dennis Rodman: For Better or Worse” (“Dennis Rodman: para bien o para mal”), que revela las luchas particulares de una de las estrellas más talentosas de la historia de este deporte.
No obstante, antes de llegar a su encuentro, Rodman se desconcierta con una llamada telefónica de su exesposa Michelle Moyer, quien le informa a Rodman que Trinity, su hija adolescente, desea verle. Necesita verle. Rodman me dice que vive a 10 millas de distancia de Trinity, quien es estrella de elite del fútbol de secundaria y que además entrena con la selección femenina sub-20 de Estados Unidos, y de su hijo DJ, quien juega baloncesto en la Universidad de Washington State. No obstante, cuando Rodman piensa en la idea de visitarles, de conectar con ellos, le paraliza.