Internacional. Martes, 29 de Marzo, 2022
La difusión de un audio fue suficiente para obligar al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a aceptar la renuncia de su ministro de Educación, Milton Ribeiro, y desatar una crisis política que impacta en su carrera rumbo a la reelección.
«Mi prioridad es atender, primero, a los municipios que más precisan, y segundo, a todos los amigos del pastor Gilmar», señala Ribeiro en la grabación que fue publicada la semana pasada por el diario Folha de Sao Paulo y que detonó un grave escándalo de corrupción a solo seis meses de los comicios presidenciales del 2 de octubre, ya que el funcionario aseguraba que actuaba por indicaciones del presidente, lo que después desmintió.
El ‘Gilmar’ del audio es Gilmar Santos, quien junto con Arilton Moura están acusados de haber conformado un «gabinete paralelo» que, con la complicidad de Ribeiro, gestionaba recursos federales del Ministerio de Educación para favorecer a «amigos» de su Iglesia.
Santos, Moura y Ribeiro son pastores evangélicos y forman parte del creciente poder que este tipo de religiosos han adquirido durante el Gobierno de Bolsonaro.
El presidente defendió hasta el último momento a Ribeiro, pero el escándalo alcanzó tal magnitud que incluso otros políticos evangélicos lo presionaron para que el pastor abandonara el gabinete.
La crisis se evidencia, también, en que Ribeiro es el cuarto ministro de Educación que ha tenido Bolsonaro en sus poco más de tres años de Gobierno. Su antecesor fue otro pastor evangélico, Carlos Alberto Decotelli, cuya designación solo duró cinco días y ni siquiera llegó a jurar en el puesto ya que se demostró que había falsificado su currículum para presumir inexistentes doctorados y postdoctorados.
El primero fue Ricardo Vélez Rodríguez, un teólogo colombiano de ultraderecha que se nacionalizó brasileño y que solo permaneció cuatro meses en el Gobierno, de enero a abril de 2019, debido a que provocó una serie de controversias por querer defender a la dictadura militar (1965-1985) en la educación pública, y anticipar que terminaría con la «influencia marxista» en las escuelas, menospreciar la diversidad de Brasil y poner al capo Pablo Escobar como ejemplo de conducta para evitar el consumo de drogas.