Internacional. Domingo, 24 de Octubre, 2021
Puerto Príncipe, 24 oct (EFE).- La crisis de combustible que vive Haití ha convertido Puerto Príncipe en una ciudad patrimonio del peatón, rutinariamente relegado a un segundo plano en una ciudad tomada a diario por un tráfico rodado caótico, ruidoso y agresivo, que ha quedado en su mínima expresión sin gasolina que lo alimente.
Los vendedores ubicados en el acceso al Hospital General venden poca cosa este domingo en el que apenas hay afluencia de pacientes al centro, vacío en demasía incluso para ser jornada dominical.
La falta de gasolina para desplazarse es la causante de la ausencia de pacientes, acompañantes, enfermeros, médicos y celadores y, a falta del bullicio habitual, se pueden escuchar los quejidos de una parturienta en el área de ginecología, que nunca ha estado tan despejada.
Las calles más transitadas de Puerto Príncipe están desiertas, apenas circulan vehículos o motocicletas, cuyos conductores afirman que no hay un solo lugar en la ciudad donde repostar, ni siquiera en el mercado negro.
Así que toca reservar combustible como sea, y se aprovecha la inercia y la fuerza de la gravedad en las cuestas abajo apagando el motor. Para subir, nada de correr, hay que cuidarse mucho de darle demasiado gas para no desperdiciar ni una gota de carburante.
Algunos han aprovechado la ausencia de vehículos en las calles para hacer campaña política en más de un punto de la ciudad. Los partidarios del candidato presidencial Wilson Jeudy han salido con una pancarta en apoyo al aspirante en Delmas 49, mientras que otro grupo de acólitos formó una charanga en el mercado de Petion-Ville.
Impensable hacer algo así en circunstancias normales, cuando los vehículos forman interminables tapones entre los puestos y tenderetes de este popularísimo espacio comercial, que ahora recibe casi exclusivamente público que va a pie.