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Brian De Peña gana primaria demócrata por su trabajo a favor de Lawrence

Por Ramón Grullón

Opinión. Miercoles, 17 de Septiembre, 2025

Ganó Brian DePeña. Ayer se impuso con claridad en la primaria del Partido Demócrata, y con ello, Lawrence no solo renovó su confianza en el alcalde actual, sino que extendió su apuesta por el desarrollo y la estabilidad.  La ciudad decidió continuar el rumbo, y lo hizo con quien en estos últimos cuatro años no prometió milagros, sino obras; no vendió humo, sino que entregó resultados.

Lawrence, pequeña en geografía pero grande en desafíos, ha vivido una transformación visible en este último período. Seguridad, infraestructura, imagen urbana, gestión eficiente: todo parece responder a una ecuación básica en política que a veces se olvida —trabajo constante y palabra cumplida.

En política, como en la vida, pocas cosas pesan tanto como la coherencia. En un tiempo donde las promesas se hacen virales y se incumplen en silencio, el caso de Brian DePeña en Massachusetts representa una excepción: un servidor público que llegó desde abajo, prometió y cumplió.

Su reelección no fue producto del sentimentalismo ni del relato de su origen humilde. Fue, más bien, una elección pragmática. Los votantes no reafirman afectos, sino resultados. Y en De Peña encontraron ambos.

Nacido en Santo Domingo, criado en Miches, El Seibo, emigró en yola hacia Puerto Rico y luego a Nueva York, donde vivió más de una década antes de establecerse en Lawrence en 1991. Desde allí, construyó su vida empresarial una ferretería primero, una gomera después y más adelante su carrera política.

Pero no es esa historia personal la que justifica su permanencia en el poder. Lo que lo valida es la manera en que ha traducido su experiencia en políticas públicas eficaces y sostenibles.

En su administración, Lawrence dejó de ser noticia por sus problemas y empezó a ser reconocida por sus avances. Su lema de gobierno, “Lo prometió y lo cumplió”, no fue marketing, fue gestión. Y eso se notó.

Las inversiones en infraestructura básica —a menudo invisibles para los electores— fueron ejecutadas con visión técnica y sin demagogia: planta de tratamiento, nuevos tanques de almacenamiento, mejoras en el drenaje pluvial, estaciones de bombeo y recolección de aguas residuales. Obras que no generan titulares ruidosos, pero que cambian vidas.

En materia de seguridad, una ciudad iluminada es una ciudad más tranquila. El alumbrado público fue transformado, y con ello, la percepción y la realidad de muchos barrios.

Los parques públicos, espacios donde una ciudad respira y se reencuentra, fueron reacondicionados: O’Neil Park, Hayden Scorefield, Sullivan Park, Julia Silverio, Stockton, Storrow y Donovan Park. No fue maquillaje urbano; fue una apuesta a la convivencia.

Y si hay una inversión que simboliza su gestión, es la construcción de una nueva estación de policía y dos escuelas públicas Oliver y Leahy ya entregadas, que impactan directamente en la niñez y la juventud de Lawrence.

Todo esto fue posible no solo por voluntad, sino por una gerencia eficiente, una administración de fondos disciplinada y una capacidad de interlocución política que puso a la ciudad por encima de las ideologías.

Mientras otros ven la política como escalera hacia cargos superiores, Brian DePeña dijo que, de lograr un segundo mandato, se retiraría para dedicarse a su familia. No hay cálculo electoral en ese anuncio; hay coherencia y sentido del límite.

Su visión sobre la política local va más allá de Lawrence. Recientemente, criticó la centralización excesiva del poder en países como la República Dominicana, señalando que ese modelo impide que los gobiernos municipales puedan resolver lo básico. No es teoría: es la práctica que él ha aplicado con éxito.

Reelegir a Brian DePeña fue una decisión racional. No se trató solo de validar lo hecho, sino de proteger lo construido y garantizar que Lawrence no pierda el ritmo de su avance. La ciudad no necesita cambiar de dirección. Ya encontró un rumbo.

En política, como en toda actividad humana, la experiencia importa. Pero importa más la capacidad de convertir esa experiencia en bienestar colectivo. Brian DePeña lo ha hecho. Y por eso, más allá de simpatías, de acentos o de narrativas migratorias, su reelección fue un acto de madurez política de los ciudadanos de Lawrence. El progreso ya empezó. Sería un error detenerlo.