Opinión. Martes, 04 de Noviembre, 2025
A la X Cumbre de Las Américas de Punta Cana, el ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, debería llevar su campaña sobre “El poder de las buenas palabras”. Ella podría definir nuestra participación en el evento que estará navegando entre la realidad, la semántica, la habilidad diplomática, los principios y la sumisión.
En la Cumbre se demostrarán una vez más los poderes de las palabras especialmente en la diplomacia. Las palabras, ya se sabe, condicionan la opinión pública, crean estados de opinión, persuaden y modelan la percepción de los ciudadanos y sirven para establecer relaciones de poder entre el que manda y el “mandao”, como es nuestro caso.
Las palabras pueden influenciar de tal modo la percepción de quien las lee o escucha, que pueden llegar a superar la realidad, y tengo ejemplos. Veamos: Para gran parte de la población dominicana el costo de construcción de las hoy benditas Plantas de Punta Catalina fue de: “más de tres mil millones de dólares”, aunque ha sido confirmado, demostrado y documentado, que el costo real fue de US$2,340.00, dos mil trescientos cuarenta millones de dólares.
En la entrega del pasado sábado de mi programa para Color Visión, me lo explicaba el diplomático de altas luces, Josué Fiallo-Billini, al recordarme que en diplomacia las palabras definen políticas; en Punta Cana habrá una confrontación semántica a la hora de definir si un ser humano es “ilegal” o está en “situación migratoria irregular”, solo que cuando se definan esas palabras, se estarán definiendo destinos, vidas o muertes, sueños o pesadillas de seres humanos.
Como me escribió el Dr. Chap, esa guerra semántica “será el termómetro moral de la Cumbre”. En ella, el país no tiene por qué elegir entra el silencio triste o la vergonzosa sumisión, aquí, como propone Chap y asegura Fiallo Billini, la estrategia debería centrarse en el uso de la astucia con principios, solo que, vistas las actuaciones recientes de nuestra diplomacia en el acoso de Estados Unidos contra el pueblo de Venezuela por el control de sus recursos con el cuento del narcotráfico, como Juan Gabriel, “probablemente estoy pidiendo demasiado”.
PD: Precisamente por todo lo anterior, para evitar calentarse con los místeres, nuestra Cancillería decidió sacar el tema de la migración de la agenda, por lo que, la guerra semántica no será ya “el termómetro moral de la Cumbre”. ¡Ay, país, país, país!