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Crisis de liderazgo en el aniversario de Santo Domingo Este

Opinión. Jueves, 16 de Octubre, 2025

El 16 de octubre de 2001 fue promulgada la Ley 163-01, mediante la cual, en su artículo 4, se declaró a Santo Domingo Este como municipio cabecera de la recién creada provincia Santo Domingo. Esta reforma territorial buscaba descentralizar la administración del Distrito Nacional y dotar de autonomía política a las nuevas demarcaciones.

Tras la promulgación de la ley, en agosto de 2002 asumió como primer alcalde Domingo Batista. Luego, en 2006, Juan de los Santos ganó la alcaldía, permaneciendo en el cargo hasta su trágica y repentina muerte el 15 de diciembre de 2015. Al día siguiente, la vicealcaldesa Janet Medina Luciano asumió de manera interina.

En agosto de 2016, Alfredo Martínez llegó a la alcaldía tras imponerse en una controversial segunda encuesta a Karen Ricardo, quien había ganado la primera medición interna del PLD, le levantó la mano a regañadientes, luego de que se le concedieran algunas conquistas políticas. La campaña de Alfredo fue accidentada y las elecciones se celebraron bajo denuncias de fraude, interpuestas por su principal adversario, Manuel Jiménez, del Frente Amplio. Este último, a través de sus regidores, se convirtió en el más férreo opositor de la administración de Martínez. Sin embargo, en 2019, fue el propio Martínez quien perdió la candidatura interna frente a Luis Alberto Tejeda.

En 2020, Manuel Jiménez logró alcanzar la alcaldía bajo la bandera del PRM. No obstante, su gestión se vio erosionada por conflictos internos y fue su propio partido en el municipio quien se erigió en su principal oposición. Finalmente, fue derrotado en la contienda interna por Dío Astacio, actual alcalde.

Hoy, en el 24.º aniversario de la ley que elevó a Santo Domingo Este a la categoría de municipio cabecera de la provincia más poblada del país, el alcalde Dío Astacio administra la ciudad en un contexto de ambivalencia, entre críticas severas y elogios entusiastas. Ha logrado mantener el respaldo o, al menos, la no beligerancia de regidores de todos los partidos, lo que le ha otorgado una inusual libertad de maniobra en la gestión municipal.

La Fuerza del Pueblo y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) actúan, en la práctica, como aliados. Las escasas voces disidentes dentro de esas organizaciones no reciben respaldo de sus respectivas dirigencias. El PLD, en franco proceso de reducción, se consume en luchas internas que amenazan con la irrelevancia. Por su parte, la Fuerza del Pueblo proyecta un aire triunfalista, mientras su dirigencia local parece estar cómoda con el actual estado de cosas. No es casual que los pocos dirigentes con capacidad de disputar la alcaldía a Dío Astacio estén siendo sistemáticamente marginados por la cúpula local de ese partido.

En este aniversario, Dío Astacio se presenta como un actor político difícil de vencer. Sin embargo, su administración se ve cuestionada por una creciente percepción de opacidad, un plan de recaudación que no ha dado resultados y una estructura municipal atrapada entre el personalismo del alcalde y notorias deficiencias en la gestión pública.

La crisis de liderazgo que atraviesa Santo Domingo Este no es producto del azar, sino del desgaste institucional, de la debilidad de los partidos y de una ciudadanía cada vez más escéptica ante las promesas de cambio. En este escenario, el verdadero reto no es quién ocupe la silla principal del cabildo, sino cómo construir una gobernabilidad legítima y eficaz en la ciudad más populosa del país.

Por Aridia Montero

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