Opinión. Lunes, 13 de Octubre, 2025
Recuerdo que el día en que me juramenté en la Fuerza del Pueblo me dieron la oportunidad de hablar. En mis breves palabras hice un recuento de algunas de las grandes obras de Leonel Fernández: la creación del ITLA y del programa de inglés por inmersión; la introducción de la computadora al país y la eliminación de impuestos aduanales a la tecnología; la apertura de centros de enseñanza de alfabetización digital; la construcción del Metro de Santo Domingo, túneles, elevados y carreteras; la tasa cero a los utensilios agrícolas, la modernización del Estado y la Constitución que creó las altas cortes, garantizando los derechos ciudadanos a través del Tribunal Constitucional.
No se trata solo de grandes proyectos. También mencioné la modernización de la burocracia con la facilidad para obtener una licencia o recibir un documento el mismo día, la modernización de la Oficina Nacional de Pasaportes, el desayuno escolar, la entrega de libros, uniformes y zapatos en las escuelas públicas, e incentivos económicos a las madres por enviar a sus hijos a la escuela. Elevó a los maestros de escuela pública a clase media con mejoras salariales. Dio oportunidades a los jóvenes meritorios mediante becas nacionales e internacionales y premios a la excelencia estudiantil. Implementó leyes que otorgaban exenciones fiscales navideñas a los dominicanos en el exterior por objetos personales y del hogar durante sus vacaciones de diciembre y julio, y abrió la puerta a la doble nacionalidad, permitiendo que los dominicanos mantuvieran su ciudadanía aunque se convirtieran en ciudadanos de Estados Unidos u otros países.
Leonel logró en apenas 12 años lo que otros no pudieron en siglo y medio. Pudo hacerlo porque fue el primer gobernante que asumió la presidencia defendiendo causas. En la campaña de 1996 no era un candidato cualquiera con promesas vacías, era un líder que asumía causas concretas.
Como profesor en la UASD, veía a muchos estudiantes que faltaban a clase por la ineficiencia del transporte, y empleados que llegaban tarde a su jornada por los embotellamientos. En esa campaña asumió la causa del Nuevo Camino y, en su primer gobierno, construyó carreteras como ningún otro, túneles y elevados que agilizaron el transporte en la ciudad, además de crear la OMSA, que transportaba a cientos de miles de trabajadores y estudiantes a precios económicos y con comodidad.
Se preocupaba por los niños que no asistían a la escuela por falta de libros y uniformes, y por aquellos que por hambre se dormían en clase. Asumió la causa de proteger a esos niños y se solidarizó con los padres que no podían costear la educación, incentivándolos mediante la tarjeta de Solidaridad. En su segundo gobierno construyó el Metro desde Villa Duarte hasta el Centro de los Héroes, transformando aún más la vida de trabajadores y estudiantes.
Como profesor, también vio que la mitad de la matrícula provenía del interior del país; muchos dormían con familiares y otros desertaban, regresando al campo porque no podían sobrevivir en la capital. Leonel construyó primero una torre para albergar estudiantes del interior, luego asumió la causa de esos jóvenes y de las madres que sufrían la separación de sus hijos, construyendo más de una decena de universidades en las principales provincias del interior, dotadas de modernidad y tecnología.
Cada obra de Leonel defiende una causa noble, incluyendo la vida de los dominicanos en el exterior, a quienes conoció de primera mano como hijo de una enfermera emigrante en Nueva York. Por eso, desde su gobierno, apoyó a la comunidad dominicana fuera del país.
Hoy, la República Dominicana atraviesa una etapa difícil con un gobierno que endeuda el país sin propósito, jóvenes graduados sin empleo, desempleados o trabajando en áreas distintas a sus estudios, frustración ante la falta de oportunidades reales y desconfianza en los políticos tradicionales. En ese contexto, el nombre que genera confianza es el de Leonel Fernández, el padre del Estado moderno.
Paradójicamente, siendo el político con condiciones presidenciales de mayor edad, es quien mejor entiende a los jóvenes. Es el primero en tener un discurso relacionado con la inteligencia artificial y el único que puede servir al país desde la experiencia y el conocimiento. En un país donde los jóvenes desconfiamos de los políticos tradicionales, el camino seguro es acudir al sensei que comprende nuestra situación, el líder que trajo la modernidad, elevó la economía y puede volver a servir desde la sabiduría y el conocimiento.
El país vive una crisis de sentido generacional con jóvenes atrapados entre el deseo de progreso y la frustración por la falta de oportunidades. La única solución viable es Leonel Fernández, el líder que trajo la tecnología al país y que puede convertir la inteligencia artificial en una oportunidad de crecimiento.
Leonel no es un candidato más; es el arquitecto de la transformación digital dominicana, un mentor de la nueva generación. Estudios cualitativos y encuestas demuestran que Leonel es la autoridad moral e intelectual sobre el futuro del país. Mientras otros ofrecían datos falsos, él encabezaba seminarios de inteligencia artificial y trajo al país al robot Sofía, anticipando los tiempos.
La mayoría de los ciudadanos sabe que Leonel comprende mejor que nadie el impacto de la IA en el empleo. Con él, esta era tecnológica será una aliada, no una amenaza. Es el único capaz de crear La República del Futuro, donde la inteligencia artificial trabaje con nosotros y no en contra.
Con Leonel en la presidencia, los jóvenes serán el nuevo petróleo y oro del país. Los profesionales sin empleo podrán reentrenarse y aprovechar oportunidades. Como dice y solo quien tiene experiencia exitosa y entiende el futuro puede gobernar el presente.
Todos los dominicanos saben que el único capaz de garantizar que el país no quede obsoleto ante la revolución tecnológica es Leonel Fernández.
Leonel es futuro, esperanza, conocimiento, juventud, oportunidad, confianza, República Inteligente. Es un guía que encamina al país con inteligencia. Cuando pensamos en estabilidad, modernidad y conocimiento, el nombre que llega a la mente es Leonel Fernández.
Cuando el país pensó en el mañana, fue Leonel quien lo modernizó. Hoy, el futuro necesita experiencia, no improvisación. Es hora de cambiar al PRM por el líder que representa futuro, oportunidad y conocimiento.
Soñemos con un país donde las mujeres, independientemente de lo que hagan, estén formadas en tecnología; un país líder en jóvenes que dominen inteligencia artificial y creatividad; donde la música urbana se apoye en la IA para ser más exitosa e innovadora; y donde barrios como La 42, Capotillo, Guachupita y Los Mina dejen de ser sinónimo de desempleo, drogas y crimen, para convertirse en espacios de talento y progreso.
Leonel no baila reguetón, pero entiende a los jóvenes que se inspiran en las canciones del Alfa, Rochi o Yailin, porque sabes que los jóvenes de la 42, Capolitillo, Los tres Brazos y Los Mina necesitan de un presidente que no lo imite a ellos, sino que comprenda sus vicisitudes, sus luchas por sobrevivir en un mundo difícil donde su única salida es un presidente que lo entienda y asuma su causa como suya.
Leonel lo hizo antes. Ahora lo hará con nosotros, porque definitivamente el futuro tiene memoria .