Opinión. Jueves, 06 de Octubre de 2022
La capacidad de asombro está casi perdida en la ciudadanía. Llegar a ese límite resulta desastroso, pero lamentablemente, ahí estamos muchos dominicanos en estos momentos, copados por los delitos de cualquier naturaleza
La multiplicidad de violaciones a los derechos de los ciudadanos, es el pan nuestro de cada día. A esto se agrega la impotencia ante la falta de protección por parte de los que tienen la fuerza represiva, dejando a merced de los desaprensivos, a aquellos que solo cuentan con la mínima posibilidad de denunciar un agravio o delito.
El caso que nos ocupa, para mencionar una particularidad de esos hechos que duelen, está referido no sólo al robo perpetrado por desaprensivos en un apartamento ubicado en el residencial Colinas del Arroyo 2, específicamente en el lote 1, sino también, a la forma como lo hicieron, retornando varias veces en tono amenazante, aparentemente con fines de ocupar dicho inmueble.
Fui residente en ese lugar de Santo Norte, colocado entre la Jacobo Majluta y Los Guaricanos, con su entrada principal al lado de PROPAGÁS. Allí vi y escuché mencionar por parte de otros, de las actividades de la naturaleza que describo, sin que viera acciones contundentes que pusieran a raya a los recurrentes violadores de la ley.
Entrar a un apartamento, romper candados, llevarse un comedor, mesas; sacar cajas de libros, dejarlas tiradas a plena luz del día y volver como si nada, incluido después de par de días de la denuncia al puesto policial correspondiente, es un verdadero reto a la autoridad constituida. El colmo de los colmos, es enterarse que ayer destrozaron la puerta de cristal o principal de entrada al edificio donde penetraron al referido inmueble hace unos 5 días.
Se ha convertido en rutina la práctica de estos antisociales, quienes no tienen un mínimo de respeto por nada, más aún al no tener consecuencias su criminal proceder, matizado en un modus operandi de infundir temor para que no se le de el frente cuando hacen sus fechorías.
Trabajar incansablemente y comprometer los exiguos recursos en la adquisición de una vivienda, la mayoría de las veces a quince o veinte años, para luego ser víctimas de esas diabluras, es imperdonable. El término propiedad privada, en especial para los que no son ricos o tienen algún tipo de holgura, es un dolor de cabeza.
Colinas del Arroyo II, es un lugar prometedor, con una variedad de inmuebles, entre los que están el espectacular palacio perteneciente a la iglesia Monte de Dios, la Casa de retiro o Parroquia donde descansan los restos del padre Emiliano Tardif, además de varios centros comerciales y de otra naturaleza dentro y en la cercanía.
Ese lugar, como otros, merece respeto y protección. Los ciudadanos que ahí residen, deben sentir la seguridad de no ver en peligro sus bienes, pero mucho menos su integridad física. Es tiempo de que se ponga la debida atención, antes que pasen cosas peores, con individuos que andan armados y listos para hacer daño.
Colinas del Arroyo II, en Santo Domingo Norte, necesita más seguimiento y mano dura para quien sea esté quitando el sueño y tranquilidad de sus moradores.
Se espera respuesta.