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Dominicanos en el exterior, los héroes olvidados que salvan la economía

Por Josefina Fernández

Opinión. Jueves, 18 de Diciembre, 2025

Cuando miro la bandera ondear y escucho el himno nacional, pienso en los héroes sin capa que mantienen de pie a la República Dominicana. Pienso en los dominicanos residentes en el exterior, una comunidad que aporta de manera decisiva al país y que, sin embargo, no recibe ni una centésima parte del reconocimiento que merece por su sacrificio, por su trabajo y por el amor constante a sus raíces dominicanas.

Los números hablan con claridad. Los ingresos por remesas hasta noviembre de este año ascienden a 10,780 millones de dólares, con una proyección que supera incluso las divisas generadas por el turismo en 2024 y que se coloca por encima de los ingresos proyectados por las zonas francas. Solo en noviembre se recibieron 889.5 millones de dólares, una cifra que confirma que este flujo es uno de los principales motores que mueve la economía nacional. Y a ese dinero hay que sumarle algo que no siempre aparece en las estadísticas: las cajas llenas de alimentos, ropa y medicamentos que miles de familias reciben cada mes, así como los cientos de millones de dólares que ingresan al país cuando los dominicanos del exterior regresan a visitar a los suyos, especialmente en verano y en Navidad.

Los dominicanos en el exterior no solo envían dinero. Cumplen un rol estructural en la economía, en la estabilidad social y hasta en la vida política del país. Sus remesas superan sectores tradicionales como el azúcar o el café, compiten directamente con el turismo como fuente de divisas, fortalecen las reservas internacionales del Banco Central y ayudan a estabilizar el tipo de cambio, reduciendo presiones inflacionarias. En términos simples, sin remesas, el peso dominicano sería más débil y el costo de la vida sería mayor para todos.

Ese dinero llega de manera directa a la economía real. Se transforma en alimentos, salud, educación y vivienda. Sostiene el comercio local, los colmados, las farmacias, el transporte y los servicios. Funciona, en la práctica, como un seguro social informal para miles de hogares, aliviando una carga que de otro modo recaería sobre el Estado.

El impacto social es igualmente profundo. Diversos estudios del Banco Central y de organismos internacionales muestran que los hogares que reciben remesas tienen menos probabilidades de caer en pobreza extrema y que estas contribuyen a reducir la desigualdad territorial, sobre todo en las zonas rurales. Gracias a esos héroes que una vez dejaron su patria sin olvidarla, el Estado gasta menos en asistencia social y puede concentrar recursos en otras áreas. Además, esas remesas financian educación universitaria, tratamientos médicos y mejores condiciones de vivienda, creando movilidad social entre generaciones y abriendo oportunidades que antes parecían inalcanzables.

También hay un impacto claro en la inversión y el desarrollo inmobiliario. Los dominicanos en el exterior compran viviendas para regresar algún día, invierten en proyectos turísticos y residenciales y dinamizan la construcción, el empleo y el crédito. En ciudades como Santo Domingo, Santiago o Punta Cana, la comunidad dominicana del exterior se ha convertido en un actor clave del mercado inmobiliario. A esto se suma el emprendimiento: restaurantes, colmados, negocios de transporte y pequeñas franquicias que nacen del ahorro generado fuera del país y que traen consigo nuevas prácticas laborales y una cultura empresarial más moderna.

El aporte no se limita a lo económico. Los dominicanos del exterior fortalecen la marca país y la proyección internacional de la República Dominicana. Difunde la música, la gastronomía y la cultura, impulsa un turismo basado en la identidad y la familia y refuerza la imagen nacional en ciudades clave como Nueva York, Madrid o Miami. Además, actúa como una red de influencia que abre puertas comerciales, culturales y académicas, y que funciona como una embajada informal del país ante el mundo.

En el plano político y democrático, los dominicanos en el exterior también cuentan. Participan en elecciones mediante el voto en el exterior, influyen en el debate público y ejercen presión por mayor transparencia y modernización institucional, muchas veces comparando la realidad dominicana con los sistemas en los que viven.

A todo esto, se suma el orgullo de ver a dominicanos nacidos aquí, o hijos de dominicanos, destacarse en la política de Estados Unidos como representantes, concejales, alcaldes o jueces, y triunfar en el cine, la música, el deporte y otras expresiones artísticas y culturales. Cada uno de ellos lleva consigo una parte de la identidad nacional y la proyecta más allá de nuestras fronteras.

Definitivamente, los dominicanos en el exterior son los héroes sin capa que sostienen la República Dominicana, una de las columnas más firmes sobre las que ondea la bandera tricolor.

Por Josefina Fernández, abogada y analista de relaciones internacionales del Ayuntamiento de Santo Domingo Este.

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