Opinión. Lunes, 17 de Enero de 2022
Por: Jenniffer De Los Santos
La noche del 31 de diciembre del 2021, ocurrió un hecho en el municipio de Baní, provincia Peravia, que desató la furia del pueblo dominicano.
Se trata del caso de Alexis Villalona, quién quedó grabado en un video por una cámara de seguridad golpeando abusivamente a una mujer identificada como Sonia Arias, luego que se produjo el choque entre la pasola de Arias y el vehículo de Villalona.
Después de que el video se hizo viral en las redes sociales, la Policía Nacional dio la orden de búsqueda del apodado por la sociedad dominicana, como el “Abusador de Baní”, y de allanar su vivienda. En dicho allanamiento se encontraron varios tipos de cuchillos y una especie de manoplas.
Por tal acontecimiento, Villalona es acusado de violar la ley de Violencia de Género y Protección de la Familia y de la Mujer.
Desde el 31 de diciembre del año pasado, fecha de lo ocurrido, hasta el 14 de enero, Villalona se convirtió en el más buscado de Baní.
Las autoridades del orden, por fin, lograron capturarlo el viernes 14 de enero, después de más de trece días fugitivo en la comunidad del Fundo, provincia Peravia, mientras trataba de esconderse en la casa de una supuesta sobrina.
¿Cómo pudo el “Fuerte de Baní” permanecer tanto tiempo oculto en su misma localidad? A menos que sea una persona con “poder” o alguien lo estuviera ayudando a burlar la justicia.
Recordamos que el tres de enero, una hermana de Villalona dio unas declaraciones y dijo que su hermano es una persona depresiva e hizo un llamado al presidente Luis Abinader para que le “baje tres rayas a la Fiscalía banileja, para no subirle cuatro”.
Esas declaraciones dejan mucho que pensar. Esa forma y ese ímpetu al hablar, sonó como una actitud amenazante con la necesidad de demostrarle a la sociedad que son “una familia poderosa”.