Opinión. Martes, 29 de Julio, 2025
Hay obras que, por su escasa o ninguna calidad, pasan con mucha pena y sin ninguna gloria ante el ojo escrutador de la opinión pública ya que no tienen fundamento y carecen, por consiguiente, de rigor lógico.
Justamente por eso, en todo caso, son de mal gusto y duración fugas.
Nadie, en su sano juicio, sentiría curiosidad de leerlas siquiera superficialmente.
Los tienen la osadía de leerlas por vez primera no tendrían el ánimo necesario para pensarlas o leerlas por segunda vez.
Debido a ello, irían a parar, más temprano que tarde, al abismo del olvido. Por eso, nadie las tendría en cuenta, ni, mucho menos, las extrañarías.
Sus orientaciones, confusas y nada claras, conducirían la razón por senderos angostos, de tinieblas e incertidumbres.
Con la obra “El discurso para edificar a la nación” ocurre todo lo contrario, porque es novedosa, creativa, plural y agradable lectura, por su gran calidad histórica, política, estética y sociológica.
Su contenido, sobrio, sustancioso y coherente, no podía ser mejor, en tanto ofrece interpretaciones inteligentes y prudentes sobre importantes discursos que, las más de la veces, han dejado su impronta en la conciencia colectiva.
Agustín Cortés Roble, medita y reflexiona varias piezas discursivas. Lo hace de manera razonable y, sobre todo, sin prejuicio alguno.
Y lo más importante: no se distrae con los adornos metafóricos de algunos de esos discursos, ya que penetra sus sentidos más ocultos y descodifica la intención de sus mensajes y metamensajes.
Muchos desdeñan la historia. No les interesa para nada, motivo por la cual estarían, quizás sin quererlo, condenados a repetir muchos deslices del ayer.
Cortés Robles, en cambio, si valora la historia y reconoce su gran importancia para aprender de ella y evitar equivocidades sobre el pasado.
Solamente así y no de otra manera, se avanzaría por caminos de bien, progreso y desarrollo.
La primera edición de la obra” Discurso para edificar la nación”, recibió el apoyo entusiasta e incondicional de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
La misma fue acogida con beneplácito por el rector de esa alta casa de estudio: el Arq. Miguel Fiallo Calderón y el Dr. José Chez Checo, coordinador del Consejo Editorial y sus distinguidos miembros (Eugenio Pérez Montás; Herber Stern; Alejando Aguilar y Eloísa Marrero Sara).
Cortés Roble agradece profundamente a todos el noble gesto de asumir, con mucho júbilo y sin otro interés que no fuera el de publicar la obra, proyectarla y darla a conocer.
Además, con palabras claras, diáfanas y comprensivas, diría:
«Analizar la vida política dominicana después de descabezada la dictadura trujillista el 30 de mayo de 1961, es una tarea que apasiona a quienes asumen ese enorme proyecto de jornadas cíclicas en la búsqueda de la libertad y la estabilidad de los habitantes del país”.
“Es muy satisfactorio- sigue argumentando – compartir con los lectores del país y del mundo, este compendio de la historia reciente de la República Dominicana, el que en su contenido comprende 17 discursos de toma de posesión, uno (1) de entrega del poder y 16 procesos electorales”.
Tales discursos, Cortés los reúne y analiza, si se quiere, con entero rigor lógico.
Esa, más que cualquier otra, habría de ser la razón fundamente de su admirable objetividad y profundas convicciones sobre hechos y acontecimientos del pasado.