Opinión. Jueves, 15 de Mayo, 2025
La reciente fotografía captada en el Ministerio de Defensa durante la reunión entre el presidente Luis Abinader y los expresidentes Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía ha dado la vuelta al país. Presentada como un gesto de unidad ante la crisis migratoria con Haití, la imagen contiene una carga simbólica que trasciende el motivo oficial del encuentro.
A simple vista, es una foto de Estado. Pero si se observa con detenimiento, se convierte en un tablero de ajedrez político. Cada cuerpo, cada distancia, cada postura, dice más de lo que las palabras pronunciadas en la sala.
Luis Abinader, en el sofá de la derecha, ocupa el centro institucional del momento. Está flanqueado por Danilo Medina, a su izquierda, pero con una notoria distancia que aunque probablemente no fue planificada transmite frialdad. No hay contacto visual, ni corporal. Comparten espacio físico, pero no político.
En cambio, en el sofá opuesto, la cercanía entre Leonel Fernández e Hipólito Mejía es elocuente. Están a menos de diez pulgadas uno del otro. Mientras Leonel se recuesta con aparente seguridad, Hipólito se inclina hacia adelante, en una actitud de atención activa, como si aún tuviera voz en las decisiones, aunque ya no ostente el poder.
La narrativa oficial habla de unidad nacional ante un tema sensible como la migración haitiana. Pero las dinámicas captadas en la imagen revelan otra historia: Abinader se presenta como líder institucional, organizador de consensos, pero también como figura central en un juego de reposicionamientos políticos.
La cercanía visual y simbólica entre él, Leonel e Hipólito sugiere una especie de triángulo estratégico que, aunque no se declare, termina aislando a Danilo Medina. El expresidente del PLD aparece serio, casi incómodo. No hay sonrisas, no hay cuerpo relajado, no hay protagonismo.
La imagen podría convertirse en una pieza clave de comunicación política para todos los involucrados. Luis Abinader refuerza su liderazgo como jefe de Estado que convoca a todos los sectores y retrasa la soledad de poder un tiempo mas .
Leonel Fernández proyecta vigencia y comodidad. No necesita hablar para parecer en control.
Hipólito Mejía, aunque retirado, sigue demostrando que su opinión importa. Danilo Medina, en cambio, parece el gran ausente dentro de la misma sala, como diciendo estamos junto pero no reburujado.
Aunque muchas veces estos encuentros se presentan como protocolares o espontáneos, las imágenes que los retratan siempre están cuidadosamente seleccionadas. La que hoy circula, intencionalmente o no, ha logrado transmitir una narrativa: hay un nuevo centro de poder en el país, y algunos jugadores están más cerca del tablero que otros.
En política, como en ciertas fotografías que parecen respirar en silencio, lo que no se muestra también habla. Y esa imagen de los presidentes, tan quieta y cargada de presagios, dice más que mil discursos. Porque el poder, a veces, no se proclama: se insinúa en el silencio.