Opinión. Miercoles, 31 de Diciembre, 2025
No cumplir con todo lo planificado durante el año suele afectar nuestra salud mental, generando sentimientos de desilusión, frustración y bajo autoestima, ya que es visto como un fracaso personal en lugar de aprendizaje.
Muchos factores elevan este sentir, entre ellos metas poco realistas, la economía y falta de planificación. A principio de año tenemos muchas expectativas, pero existe una brecha entre estas y la realidad.
Se hacen todos los esfuerzos (se invierte tiempo y energía) para lograr los objetivos, algunos si se pueden y otros no, y cuando esto sucede nos sentimos derrotados, activándose una serie de pensamientos negativos como: «No hice lo suficiente», «Pude haber hecho más» o «quizás esto no es para mí».
Pero, ¿qué podemos aprender de los propósitos fallidos?
Lo primero es reconocer nuestras sensaciones, las cuales son un proceso normal de los seres humanos; sé autocompasivo contigo mismo y valora el esfuerzo que hiciste, a pesar de que no lograste todos los objetivos.
Tómate un tiempo para ver dónde estuvo el error y aprende de esto y visualiza el año nuevo como una oportunidad para alcanzar las metas pendientes. Cambia el enfoque, en lugar de autocastigarte busca que puedes aprender de la experiencia para mejorar el futuro.