Opinión. Jueves, 06 de Noviembre, 2025
El reciente simulacro nacional de alerta temprana realizado en República Dominicana demostró la buena intención de preparar a la población ante emergencias, pero también dejó al descubierto graves deficiencias en la estructura y alcance del sistema de notificaciones públicas del país.
Durante la prueba se evidenció que solo una compañía telefónica y los usuarios de dispositivos Android recibieron la alerta, lo que plantea una gran brecha de equidad tecnológica. En un país altamente vulnerable a fenómenos naturales como terremotos, ciclones, incendios forestales y posibles tsunamis, la alerta debe ser universal y simultánea, sin depender del tipo de teléfono ni del proveedor de servicio.
El Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL), junto al Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y demás organismos correspondientes, deben revisar a fondo el protocolo actual. La tecnología permite hoy implementar sistemas de alerta geolocalizados y segmentados por zona, que avisen con precisión a las comunidades en riesgo real, reduciendo falsas alarmas y garantizando efectividad en la respuesta ciudadana.
Desde el año 2016, con el desarrollo del proyecto Smart Alert RD, hemos trabajado precisamente en ese enfoque: un modelo integral de alertas “push” geolocalizadas, capaces de llegar a todos los ciudadanos dentro del perímetro afectado, sin importar su compañía, sistema operativo o ubicación dentro del territorio nacional. Ese es el estándar que debería aplicarse para una alerta moderna, responsable y verdaderamente preventiva.
Si queremos proteger vidas, no podemos permitir que el aviso dependa de una sola red o sistema operativo. Las emergencias no discriminan, y la información crítica tampoco debería hacerlo.
Es momento de pasar del simulacro a la acción, y de garantizar que cada dominicano, sin importar su teléfono ni su operador, reciba la alerta que puede marcar la diferencia entre la desinformación y la prevención.