Opinión. Martes, 25 de Marzo, 2025
En el ámbito de la seguridad y la inteligencia, la experiencia es un recurso invaluable. Sin embargo, en nuestro país, es común ver cómo profesionales altamente capacitados y con años de servicio en el manejo de información estratégica son marginados en lugar de ser aprovechados para fortalecer nuestras instituciones. Un caso emblemático es el del capitán vizcaíno, una figura que, pese a su vasta trayectoria en inteligencia, no ha sido incorporado en organismos clave como la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) u otras agencias de inteligencia.
Resulta paradójico que mientras el país enfrenta desafíos cada vez más complejos en materia de seguridad, aquellos con el conocimiento necesario para enfrentarlos sean dejados de lado. En el caso del capitán vizcaíno, su historial en el manejo de información confidencial y estrategias de inteligencia debería convertirlo en un activo estratégico para la formación de nuevas generaciones de agentes y analistas. Su capacidad podría ser utilizada para mejorar la prevención del crimen organizado, el narcotráfico y otras amenazas que socavan la estabilidad nacional.
¿Por qué entonces no se le da el espacio que merece? Es posible que su personalidad, percibida como incómoda por algunos y valiosa por otros, haya jugado un papel en su exclusión. En entornos donde las decisiones no siempre se toman por mérito, sino por intereses políticos o personales, es común que figuras con conocimiento profundo sean vistas como una amenaza en lugar de un recurso.
Los organismos de inteligencia del país deben priorizar el talento y la experiencia por encima de las diferencias personales. Dejar fuera a quienes realmente pueden aportar soluciones solo contribuye a debilitar la capacidad del Estado para combatir amenazas reales. La seguridad nacional no debería estar sujeta a egos ni a juegos políticos, sino a la efectividad y profesionalismo de quienes la resguardan.
Es momento de que nuestras instituciones reflexionen sobre la importancia de aprovechar a los mejores, sin importar si su estilo incomoda a algunos. Al final del día, la seguridad del país y el bienestar de la ciudadanía deben estar por encima de cualquier otro interés.