Opinión. Viernes, 18 de Octubre de 2024
En medio de las protestas registradas a nivel nacional en rechazo a la reforma fiscal planteada por el Poder Ejecutivo, que aumentará los impuestos a la comida y los útiles escolares el expresidente Hipólito Medía salió del país, dejando solo al presidente Luis Abinader en medio de los cuestionamientos de la sociedad.
Los precandidatos presidenciales del PRM y la mayoría de los funcionarios del gobierno han eludido la impopular reforma fiscal que introdujo el presidente Abinader a través del ministro de Hacienda. Funcionarios que hace semanas aplaudían y repetían como loros todo lo que decía el presidente han comenzado a dejarlo solo de manera repentina.
Los pocos que han salido en su defensa son funcionarios impopulares, como Peña Guaba y Milagros Germán, quienes, al parecer, se escudan en los elogios a la reforma fiscal como una forma de justificar su permanencia en sus cargos. Sin embargo, la defensa de estos dos funcionarios, en lugar de ayudar a Luis Abinader, solo logró indignar a las fuerzas vivas de la sociedad, que no toleraron la falta de coherencia de la señora Germán. Esto provocó que las redes sociales se inundaran con videos de ella, que mostraban cómo en el pasado se destacó por sus posiciones contrarias a cualquier tipo de aumento de impuestos.
Por su parte, Peña Guaba hizo una defensa tan débil del proyecto de reforma fiscal que, en lugar de conseguir simpatías del pueblo, provocó críticas airadas en varios sectores de la sociedad, ya que la población aún no le perdona que, en medio de la pandemia, intentara regalar 100 millones de pesos de los impuestos del pueblo a empresarios musicales ricos.
Extrañado por la conducta de los principales funcionarios al dejar solo al presidente, que hace dos meses había realizado la toma de posesión más concurrida y celebrada de la República Dominicana, decidí investigar con dos funcionarios electos del equipo de Carolina Mejía.
Los dirigentes perremeistas me informaron que el ex presidente Hipólito Mejía, que no es aficionado a viajar, salió del país para no estar presente en el inicio de la vista pública de la reforma fiscal ni en la promulgación de la nueva constitución. Sobre la alcaldesa y precandidata presidencial Carolina Mejía, me dijeron que su equipo estratégico le sugirió que no se atreviera a defender esa reforma, que incrementa el costo de la comida y los útiles escolares para los más pobres. Esto se debe a que, además de cargar con la impopularidad del tema, también existe el riesgo de que Abinader, al final, decida eliminar los aspectos más impopulares de la reforma y así quedar como un héroe que escucha al pueblo, dejándola a ella desacreditada.
El ministro de Turismo, David Collado, que en teoría es el precandidato presidencial del PRM con mayor fortaleza, no ha salido a defender a Luis Abinader. Su silencio indica que no quiere asumir el peso de la impopular reforma, o que teme que el presidente le tienda una trampa a todos ellos. Podría suceder que, después de que salgan a defender la reforma, el presidente se presente como un chapulín colorado que escucha al pueblo.
Yayo Lavotón, a quien algunos perremeistas consideran la tercera o cuarta opción entre los candidatos presidenciales, defendió tímidamente la reforma para congraciarse con el presidente Abinader, pero luego optó por el silencio.
Guido Gómez, precandidato y director del Indotel, es bien sabido que no es del agrado del presidente, trató de manifestar su apoyo a la reforma para mostrarse solidario en un momento en que el presidente lo necesita, pero no defendió la reforma con la pasión que siempre utiliza para defender sus ideas.
La vicepresidenta Raquel Peña, quien no ha declarado su aspiración a la presidencia para el 2028, es considerada por muchos sectores como la favorita de Abinader para recibir la antorcha. Sin embargo, tampoco ha salido en defensa del presidente de la República en esta reforma fiscal.
Este comportamiento de los funcionarios del gobierno, al inicio del segundo mandato de Luis Abinader, no es normal en esta etapa. La soledad del poder se siente cuando un presidente, a punto de concluir su mandato, enfrenta un sentimiento de aislamiento y desconexión que se intensifica conforme se acerca el final de su tiempo en el cargo.
Las protestas, el silencio de los funcionarios y la salida del país de Hipólito indican que la influencia del presidente está disminuyendo. La actitud de los precandidatos coloca al presidente en una situación de desamparo.
En menos de una semana, algunos periodistas, aliados y colaboradores se están reuniendo en secreto con otros líderes de oposición.
En medio de esta crisis constitucional y la impopular reforma fiscal, el futuro de Abinader se ve incierto. No sabe qué consecuencias futuras podrían surgir. Lo más probable es que, en dos años, el pueblo se adapte a la reforma, pero la incertidumbre más grande será lo que sucederá después de que deje el cargo y lo que un nuevo presidente podría hacer en contra de un ex gobernante sin posibilidad de regresar al poder.
Si, con cuatro años por delante de gobierno, sus compañeros lo están dejando solo en medio de la primera presión crítica a su administración, ¿qué será de él y su familia cuando haya perdido toda influencia?
En este momento, cuando sus funcionarios lo han negado como Pedro negó a Jesús, su único consuelo son los líderes de oposición, que, en lugar de encabezar protestas callejeras o retirarse del Congreso, están enfrentando las reformas fiscales a través de sus legisladores opositores con ideas dentro del Congreso. Al final, esa presencia opositora termina legitimando a Luis Abinader como presidente constitucional de la República Dominicana por los próximos cuatro años.