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Johnny Abbes: ¿Muerto en Haití o fantasma protegido por la CIA?

Por Roberto Veras

Opinión. Lunes, 09 de Junio, 2025

Por años se ha contado que Johnny Abbes García, el siniestro jefe del Servicio de Inteligencia Militar del régimen de Trujillo, encontró su final el 30 de mayo de 1967, acribillado junto a su familia en una residencia de Pétion-Ville, Haití. Se nos ha repetido que un comando bien armado, obedeciendo órdenes del dictador François Duvalier, irrumpió en su casa, le disparó sin piedad, y luego incendió la propiedad con los cuerpos dentro para asegurarse de que el verdugo estuviera realmente muerto.

Pero la historia oficial sobre su muerte, como tantas otras ligadas a las cloacas del poder, no está exenta de sombras, silencios, ni contradicciones. Aún hoy, casi seis décadas después, no hay acta de defunción, ni fotografías verificables del cadáver, ni informes forenses concluyentes. Lo que hubo fue un relato ofrecido por medios y fuentes del momento, y un silencio posterior. ¿Por qué?

El historiador y escritor Tony Raful se ha encargado de desmontar, con vehemencia y argumentos, esa versión. En su conferencia “Johnny Abbes, un fantasma que camina”, celebrada el 12 de julio de 2019 en Casa de América, y en su libro Johnny Abbes García: Vivo, suelto y sin expediente, plantea que el hombre más temido del trujillismo no murió en Haití, sino que fue rescatado y escondido por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.

Según Raful, todo fue un montaje cuidadosamente diseñado: un cadáver que nunca apareció, una casa que no mostraba rastros reales del incendio ni cuerpos carbonizados, y una narrativa sostenida por el testimonio de personas como Joaquín Balaguer, quien supuestamente al enterarse de que Abbes había escapado ileso golpeó su escritorio, exclamando furioso: “ ¿Pero será que este maldito hombre tiene un pacto con el diablo?”.

Lo que Raful pone sobre la mesa no es solo una teoría de conspiración. Su investigación incluye testimonios como el de la señora Gloria, supuesta amiga de Johnny Abbes, quien asegura haber tenido contacto con él años después, ya con el rostro transformado quirúrgicamente y residiendo en Estados Unidos. Según esta línea de pensamiento, en 2019 el célebre torturador aún estaría con vida, oculto, con 95 años.

La CIA, como se sabe, ha sido artífice de muchas operaciones secretas en América Latina y el mundo. Derrocó gobiernos, eliminó adversarios políticos, creó identidades falsas, y hasta simuló muertes. ¿Qué le costaba desaparecer a Johnny Abbes, un hombre con conocimientos profundos sobre las redes de espionaje caribeñas, entrenado en inteligencia, y al tanto de secretos que interesaban a los norteamericanos? ¿Por qué no utilizarlo como un activo, en lugar de entregarlo a los duros métodos de Duvalier?

Lo que inquieta no es solo la duda sobre su muerte. Es la posibilidad de que el sistema que le permitió operar con impunidad no haya sido derrotado, sino simplemente reciclado. En este juego de espejos, donde la historia se escribe con tinta invisible y los archivos se abren décadas después si es que se abren, uno debe preguntarse: ¿qué otras verdades se han disfrazado de certezas? ¿Cuántos «Johnny Abbes» han sido escondidos por conveniencia geopolítica o por complicidad?

Y entonces, lo que parecía un simple dato de la historia se convierte en una advertencia: no siempre mueren los monstruos. A veces los entierran en el silencio… o los esconden a plena vista.

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