Opinión. Jueves, 24 de Julio, 2025

Los hechos ocurridos recientemente, donde un ciudadano lanzó a un perro desde un undécimo piso, no solo estremecen nuestras conciencias, sino que nos obligan a reflexionar sobre el nivel de insensibilidad y falta de humanidad que aún persisten en nuestra sociedad.

Matar a un animal de forma deliberada, cruel y cobarde no es un acto aislado ni debe ser tratado con indiferencia. Es una muestra clara de la ausencia de valores, del desprecio por la vida y del desconocimiento —o desinterés— de las leyes que protegen a los seres vivos más vulnerables. En República Dominicana, la Ley 248-12 de Protección Animal y Tenencia Responsable establece sanciones claras para quienes cometen actos de crueldad. Y este caso, sin duda, representa una violación grave que debe ser castigada con todo el peso de la ley.

Pero más allá del castigo legal, está el juicio moral. ¿Qué tipo de sociedad somos si permitimos que hechos como este pasen desapercibidos o sean tratados como simples anécdotas virales? ¿Cómo podemos exigir respeto entre seres humanos si no somos capaces de respetar la vida de un ser indefenso?

No se trata solo de un perro. Se trata de lo que representamos como ciudadanos. Se trata de nuestra responsabilidad individual y colectiva de educar con el ejemplo, de denunciar la crueldad, de enseñar empatía desde los hogares, las escuelas y las comunidades.

Hoy fue un perro. Mañana puede ser cualquier otro ser vulnerable. El silencio y la apatía también son formas de complicidad.

Desde este espacio, alzo mi voz para exigir justicia, conciencia y acción. Que este lamentable suceso no quede impune. Que sirva de precedente. Que nos duela lo suficiente para cambiar.

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Luis Padilla
Especialista en Seguridad y Gestión Social
Defensor del respeto a la vida en todas sus formas