Opinión. Miercoles, 30 de Julio, 2025
En días recientes, en la provincia de Puerto Plata, se evidenció una preocupante falta de criterio táctico y de seguridad en el despliegue de nuestras unidades antinarcóticos. Dos miembros de una unidad especializada de la Dirección de Seguridad y Defensa (DSD) fueron vistos movilizándose en la parte trasera de una camioneta doble cabina abierta, completamente expuestos.
Este tipo de traslado, propio de otros tiempos, pone en grave riesgo no solo la integridad física de nuestros agentes, sino también su identidad y eficacia operativa. Ir sentados a cielo abierto, sin protección balística, sin visibilidad táctica ni resguardo alguno, es dejar en manos del azar —y del crimen organizado— el destino de quienes arriesgan sus vidas diariamente en la lucha contra el narcotráfico.
En una época donde el narcotráfico observa, documenta y responde, exponer a nuestros agentes de esta manera es inaceptable. No solo facilita que sean identificados o fotografiados para represalias futuras, sino que los convierte en blancos fáciles ante cualquier ataque sorpresa. ¿Qué valor táctico puede tener una operación si el propio Estado descuida la seguridad elemental de sus hombres?
Es momento de que los mandos revisen seriamente la logística, el equipo y los procedimientos de patrullaje. La lucha contra el narcotráfico exige inteligencia, sigilo y tecnología, no improvisación ni prácticas obsoletas. Si pretendemos ganar esta guerra, debemos cuidar primero a quienes la pelean desde el frente.