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La situación del cine local con respecto a la tendencia global

Por: Marcos José Núñez

Opinión. Lunes, 03 de Noviembre, 2025

El cine desde que surgió formalmente en la Francia iluminada de los hermanos Lumiére a finales del siglo XIX, ha sido sin lugar a dudas una fuente inagotable de creatividad, entretenimiento y espectáculo para las grandes masas que acuden a consumir tan particular producto.

Ha sido uno de los inventos más exitosos del hombre. De no ser por el afán curioso de explorar constantemente el mundo de las ideas, adaptando alguna de ellas a partir de experimentos u objetos preexistentes, no contaríamos hoy con un medio para difundir historias de diversa índole con una impronta tan particular.

No pasaría mucho desde su invención, en que el cine transformado apropiadamente en cinematografía y por vía de consecuencia en industria, ya en pleno siglo XX, cuando revolucionó culturalmente al mundo, permitiendo llevar al entonces bautizado como séptimo arte a su próximo nivel.

Hoy día constituye un poderoso medio de distracción y disfrute muy amplio, a través del cual, todavía se puede influir directamente en las grandes mayorías, enviándose mensajes positivos y favorables en algunos casos, sobre diferentes temáticas propias de las distintas vertientes de la vida humana.

En su faceta como industria y por vía de consecuencia como medio comercial, que genera ganancias a sus dueños, creadores y distribuidores, ha sobrevivido con resiliencia a algunas crisis, entre ellas, la que sucedió cuando se masificó la televisión como competencia audiovisual de entretenimiento a mediados del siglo XX.

A nivel de República Dominicana, el cine como entretenimiento importado, también logró convivir con el teatro, la televisión y la radio pero contando obviamente con el consumo de productos cinematográficos del extranjero, ya que carecíamos de los recursos necesarios para poder levantar una industria cinematográfica verdaderamente nacional.

En el párrafo anterior señalamos que dominicana carecía de una industria del cine propia por falta de recursos, pero no por falta de talento, dado que siempre ha habido grandes artistas y excelentes actores a quienes solo les faltaba el apoyo de productores cinematográficos con recursos financieros y por supuesto, un público dispuesto a consumir lo filmado.

Aun no existiendo una industria cinematográfica dominicana, en otras épocas anteriores, si existía en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades del interior, varios cines o teatros en los que se transmitía carteleras de las películas de moda en el momento, fundamentalmente provenientes del cine norteamericano y el mexicano.

Muchas de estas salas municipales de cine y arte fueron cerrando por diferentes razones, desde la quiebra de los dueños, hasta los mismos cambios que sufría la industria y que de alguna manera reflejaba periodos de crisis económica y de resaca financiera global.

No obstante, durante los últimos cuarenta años en nuestro país, no solo hubo estabilidad en cuanto a las cadenas de cine existentes con ofertas de múltiples salas al público, sino que a principios del siglo XXI, vimos nacer formalmente, aun sin tener una ley marco referencial que regulara de manera general, la verdadera industria cinematográfica dominicana.

Sin embargo, se ha estado observando una tendencia preocupante en los últimos años a nivel nacional, de quiebra o cierre de importantes cadenas de cine en una época en la que quizás de forma tardía –como pasa en nuestro país, que históricamente muchos avances llegan de último- hemos logrado hacer del cine un medio de entretenimiento hasta cierto punto rentable y comercial.

Se está creando una percepción de crisis que quizás se acerca mucho a la realidad. En menos de cinco años, cerró una de las dos cadenas de cine que existía en nuestro país. Hay que acotar que cerró como marca debido a la situación en la que está sumida la industria en general pero, algunos de sus activos fueron absorbidos por una cadena de cines más grande con tendencia monopólica.

Sin ánimos de exagerar, podemos enumerar algunos de los cierres que se han producido. Nos quedamos sin cine en Blue Mall, sin pantallas de Imax. No hay salas de cine en Ágora Mall, tampoco hay pantallas en Acrópolis y acaban de cerrar las salas de cine en Westpark (antiguo Silver Sun Gallery) así como al parecer, también unas cuantas salas en la ciudad de Santiago.

Hay algunas personas que han llegado a la conclusión de que ya casi no hay salas de cine en nuestro país y por tanto está en una situación de crisis. Atribuyen la crisis al alto costo de los boletos y la irrupción de las cadenas de streaming, además de un excesivo individualismo y la personalización de todo, algo que está muy de moda en el mundo.

Por el vacío que se está observando en algunas salas de cine sobrevivientes, aquel que prefiere ir a ver películas a la antigua para los estrenos y exhibiciones, vendrá a ser parte cada vez más de una minoría de consumidores, lo que al parecer se debe a las razones anteriormente expuestas en este trabajo de opinión. Quizás hay una que otra razón adicional pero, hemos procurado compartir aquí las principales.

Y la tendencia que se observa es a seguir reduciéndose los cines. Debe venir una justa regulación para las empresas de streaming, no solo en nuestro país sino a nivel internacional con miras a preservar el cine tradicional (y el local) que es sin dudas, el medio inicial para ver y compartir con el público, las emociones que trae lo nuevo.

Algunos creen que las empresas de streaming dan más oportunidad a noveles directores, al cine independiente y redimensionan el rol que la industria fílmica tiene a nivel global, y puede que tengan algo de razón, pero otros creen que los grandes estudios cinematográficos y las salas de cine, ocupan un lugar importante en la cultura pop, en la vida y costumbres de muchos pueblos. Y es que lo nuevo y lo viejo pueden perfectamente coexistir, compartiendo el éxito, como señalamos más arriba.

Hay quienes aducen que el streaming aleja masivamente a los espectadores del compromiso de ver un film. Con una suscripción de streaming, el consumidor ve cuando quiera los contenidos (lo cual es una ventaja pero después de que la película haya terminado su exhibición en las salas de cine) pero se puede citar como handicap que por una sola suscripción de 12-15-20 dólares al mes, se pueden juntar diez personas en una casa, un sábado en la noche a ver una película relativamente reciente y nueve de ellos se podrían haber ahorrado el ir a una plaza comercial a consumir y comprar una taquilla antes de verla en la tele, junto a los otros.

Eso ayudaría a mantener a largo plazo la alta rentabilidad de la industria cinematográfica? Hay que dudarlo de entrada.

Ojalá podamos rescatar el cine a nivel local, teniendo salas de cine que puedan ser operadas especialmente por el Estado, sobre todo en el interior del país, como forma de contribuir a la industria local de manera decisiva.

Además, hay que incentivar para que haya más salas de cine privadas y que se genere competencia allí, pese a la existencia simultánea del streaming, puesto que mucha gente depende de ello, sea por comercio, oficio o profesión.

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