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Las mentadas de madre como instrumento de éxito mediático

Por: Pablo McKinney

Opinión. Martes, 29 de Abril, 2025

En 2017, en el matutino líder de la radio, el más popular de los comentaristas políticos del programa acusó a otro de ser un “succionador de falo”. Años después, el culto comunicador e intelectual fue superado con creces por un joven que en su programa de radio, redes sociales y plataformas digitales comenzó a utilizar, entre otros versos inferiores, la siguiente copla poética que uno escuchaba con frecuencia en los grises barrios bajos de Moscú: “yo le hago el amor a tu madre”, (pero dicho con la mayor vulgaridad). El éxito de tal versificación -y otras más- ha sido tal, que hoy importantes dirigentes de la partidocracia nacional se disputan los afectos del joven, que es todo un aspirante presidencial que supera en intención de voto a muchos de los aspirantes tradicionales.

Hasta hace relativamente poco, en las democracias occidentales la lucha de clases se había convertido en una lucha marcas y finalmente en lucha de medios de comunicación. Solo que, bastaron pocos años para que esta realidad fuera superada por las terribles GAFAM(Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) reforzadas ellas con Mr. Musk. Y así llegamos a la era del predominio casi absoluto de la vulgaridad y el enfrentamiento, a la ausencia del pensamiento, al predominio del insulto… con apoyo popular, que es lo preocupa. Hemos pasado del Storytelling, del arte de contar historias, a la absoluta ausencia de relatos, agravado todo con los malos juegos de la posverdad. El insulto reina.

Como bien afirma Salmon en “La era del Enfrentamiento”, en una sociedad hiperconectada y hipermediatizada como la nuestra, “ya no solo vale la palabra, sino que para llegar al poder la combinación ganadora es enfrentarse, transgredir, e imponer la propia verdad”. En tal ecosistema de malas palabras con ratings, a quién le importa ya una idea. Quién habla de socialismo democrático entre nuestros partidos supuestamente revolucionarios, liberadores, modernos, progresistas; a quién importan ya los derechos humanos cuando violarlos genera votos y popularidad. La democracia liberal agravó su enfermedad cuando en ella dejó de ser importante la verdad.

Marx nos regaló la lucha de clases, McLuham se inventó la lucha de medios, Philip Kotler nos condujo hasta la lucha de marcas y, finalmente, la comunicación coprológica nos ha llevado hasta la lucha por elegir quien es capaz de pronunciar la más ofensiva mentada de madre. ¡Ya amanecerá algún día!

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