Opinión. Martes, 01 de Abril, 2025
Ante el peso de los hechos que el país ha observado luego de la Marcha de Friusa no me queda otro camino que confesarlo todo. He quedado expuesto. No tengo escapatoria.
Lo confieso, mi interés era y es político: Una política de migración efectiva que revierta la masiva ocupación haitiana ilegal de nuestro país.
Lo confieso, el objetivo era lograr “views” y que esos “views” le demostraran al mundo que los dominicanos no permitiremos que nuestra nación sea diluida y los valores de la dominicanidad sustituidos por una cultura extrajera.
Lo confieso, el propósito era lograr muchos “me gusta o likes”, y que a través de ellos muchos dominicanos expresáramos con nuestra presencia y en nuestras redes un mensaje poderoso al mundo y al gobierno de que defenderemos en las calles de forma cívica, pacífica y organizada nuestra democracia, nuestro derecho a expresarnos y a ser verdaderamente dominicanos.
Lo confieso, el fin era aprovechar la oportunidad. La oportunidad de alzar nuestras voces ante la irresponsabilidad del Estado, doblegado ante las presiones extranjeras y dedicar entre el 15 y el 20% de nuestro presupuesto de educación y salud a extranjeros indocumentados. Aprovechar la oportunidad para alzar nuestra voz para decir que no aguantamos un 40% de partos de extranjeras en nuestras maternidades.
Lo confieso, la meta era el protagonismo. El protagonismo de un pueblo patriota y empoderado de su presente y su futuro que no está dispuesto a que le arrebaten el legado de Duarte, Sánchez, Mella y los trinitarios. Un pueblo que está dispuesto a protagonizar las batallas que sean necesarias para proteger un futuro verdaderamente dominicano. Un protagonismo ante la ausencia del Estado en un territorio como Friusa que fue convertido en tierra de bandas y del narco ante la inacción irresponsable de las autoridades. Un protagonismo tricolor por encima de partidos y diferencias políticas.
Lo confieso: ¡Friusa no esa Haití es República Dominicana!
He sido sorprendido, lo confieso todo, tienen razón lo acepto y estoy dispuesto a ser acusado ante el tribunal de la historia si ello implica que la nación se salve.
¡La lucha a penas inicia!