Opinión. Martes, 06 de Mayo, 2025
Cuando un político de oficio pierde la credibilidad social, y su reputación es permanentemente cuestionada desde el punto de vista moral, se le debería aconsejar cambiar de carrera y dedicarse a otra actividad productiva.
Los políticos dominicanos no recuperan jamás la confianza del pueblo, después que la pierden por su comportamiento errático.
demagogo que le ofrece a todos el paraíso terrenal que obviamente no podrá darle, le va perdiendo la confianza y termina repudiándolo para siempre.
Desde la desaparición física de los tres grandes líderes políticos que tuvimos en la segunda mitad del siglo XX; Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, el liderazgo de relevo ha dejado mucho que desear.
El liderazgo político de esta época es tan efímero como el tráfico de una noticia en las redes sociales. Los líderes carismáticos, empáticos, paternales, competentes y hegemónicos de la troika democrática: Balaguer, Bosch y Peña, son irrepetibles.
Eran líderes originales, patriotas, motivados solo por el bienestar de su pueblo; sin amor a la riqueza personal; verdaderos estadistas, preocupados por su legado a la patria que amaron con devoción.
Que Dios bendiga a la República Dominicana.