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Los regidores deben investigar qué hace el alcalde con el dinero público

Por Misael Lachapel

Opinión. Jueves, 25 de Septiembre, 2025

El manejo oscuro y poco transparente de los recursos municipales por parte del alcalde de Santo Domingo Este es una bomba de tiempo. Una bomba que, al concluir este cuatrienio, podría detonar la mayor crisis presupuestaria en la historia del municipio y provocar el colapso de los ya precarios servicios públicos.

Y no me refiero únicamente al escándalo de los ataúdes naranjas, adquiridos a precios astronómicos, que terminaron como vertederos improvisados en plena vía pública, obstaculizando el tránsito. Tampoco hablo, en particular, de las cajas verdes que las reemplazaron casi de inmediato, como si los ciudadanos fuésemos tan ingenuos como para no notar la codicia detrás de ese negocio de sustituir contenedores nuevos antes de que agotaran su vida útil.

Ni siquiera aludo al desastre administrativo evidenciado en la ejecución presupuestaria de los primeros seis meses de gestión, la más distorsionada y desorganizada de cuantas ha conocido el municipio. Y no estoy exigiendo, aunque sería lo justo, que los regidores del PRM fiscalicen las presuntas violaciones al presupuesto o indaguen sobre eventuales recaudaciones paralelas en el Ayuntamiento de Santo Domingo Este.

Mi petición es más básica, más humana, es que los regidores en su rol de fiscalizadores electos se atrevan a preguntar, de forma respetuosa pero firme, qué ha hecho el alcalde Dío Astacio con los más de cien millones de pesos que el presidente Luis Abinader transfirió a través del Ministerio de Interior y Policía y otras instituciones. Fondos destinados expresamente al pago de prestaciones laborales de decenas de ex empleados perremeístas que, con su trabajo, contribuyeron a llevarlo al cuarto piso del palacio municipal.

Como ciudadano que ama este municipio, no puedo permanecer indiferente ante el espectáculo indignante de ver a servidores públicos encadenarse frente al Ayuntamiento, reclamando lo que por ley les corresponde. No es justo, no es ético y no es humano.

Los regidores tienen la obligación moral y política de exigir explicaciones claras sobre el uso de esos recursos extraordinarios. ¿En qué se gastaron? ¿Por qué los beneficiarios aún no reciben lo que se les debe? ¿A quién beneficia este retardo injustificable?

Me resisto a creer que los regidores del PRM, ebrios de poder y cómodos en los privilegios que les concede la gestión municipal, hayan decidido colocarse una venda en los ojos para no ver el desastre económico y administrativo que se comete en su nombre. Prefiero pensar, quiero pensar que aún conservan algo de decencia, y que esperan que Dios ablande el corazón de piedra del alcalde. Pero mientras esperan ese milagro, la ciudad se derrumba, las deudas se acumulan y el pueblo empieza a despertar.

Mi exhortación es directa a los regidores del PRM, que poseen una mayoría mecánica en el concejo, deben dejar de hacerse los ciegos. La salvación, señores, es individual. Y el pueblo está vigilante.

Por último, les advierto: ese dispendio grosero que se pasea a plena luz del día, incluso el más humilde de los municipes lo percibe. Porque lo mucho, hasta Dios lo ve. Y si siguen siendo cómplices del derroche, las consecuencias no serán solo políticas en 2028. Serán, también, morales.

Porque, al final, la voz del pueblo es la voz de Dios.

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