Opinión. Viernes, 17 de Febrero de 2023
DIARIO ECO/SANTO DOMINGO, RD.- Muchas teorías se han manejado tras el deceso de la adolescente Esmeralda Richiez Martínez, de 16 años, el pasado lunes en municipio de Higüey, provincia La Altagracia, sin embargo, dejando de lado lo que le pudo provocar el severo sangrado a la menor, la negligencia por parte de los actores fue la real causante de su muerte.
De acuerdo a los datos obtenidos de la autopsia realizada al cuerpo de la menor, por parte del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, la hoy occisa falleció producto de un desgarro vaginal.
Según el Inacif, Richiez Martínez tuvo una hemorragia aguda severa externa e interna que desencadenó en un «shock hemorrágico como mecanismo terminal de muerte».
Partiendo de los resultados de los estudios y de los datos que ha arrojado la investigación del caso, el profesor John Kelly Martínez no solo abusó sexualmente de la menor, sino que viéndola desangrarse no acudió a llevar a un centro de salud para que le brinden ayuda médica, suponemos que por temor, producto de lo que había hecho, pero la vida no se vasa en suposiciones, por lo que fue negligente.
Como también fueron negligentes los padres de la niña, vieron llegar a su hija sangrando, la notaron pálida y decidieron dejarla descansar, no solo que no la llevaron al médico, sino que sabiendo en el estado en que la vieron, no pasaron en toda la noche a verla, sino hasta el día siguiente.
Hoy los restos de Esmeralda Richiez no estuvieran sepultados, si al menos una de las personas adultas que jugaron un papel en la historia, habría prestado atención a la menor.
No eximo de responsabilidad a ese vil canalla, «el profesor», pero tampoco a sus padres, cuidar y proteger a nuestros hijos, de quién sea, es nuestras responsabilidad.
Los menores, los niños no se les confían a todo el mundo, puede ser el presidente de la república o el papa, y sus hijos no tienen porque ser dejado al cuidado de estos.
Es lamentable que un hecho como este deba traernos a la reflexión, pero tomémonoslo como ejemplo para ser desconfiados de todo y de todos, respecto al cuidado de los más vulnerables, los niños.