Opinión. Sábado, 18 de Octubre, 2025
La Liga Dominicana de Béisbol Profesional (LIDOM) atraviesa una preocupante deriva: los equipos más emblemáticos —Tigres del Licey, Leones del Escogido y Águilas Cibaeñas— están castigando injustamente a su propia fanaticada con aumentos desproporcionados en los precios de las boletas y parqueos. Los incrementos van desde un 30% hasta un 50%, sin que exista justificación económica clara ni mejora tangible en los servicios que reciben los asistentes.
Lo más alarmante es el silencio cómplice de ProConsumidor, entidad que, por mandato legal, debería velar por los derechos de los consumidores. Sin embargo, su inacción ante este abuso sistemático demuestra una preocupante ineficiencia institucional, dejando a los fanáticos a merced de decisiones arbitrarias.
Hay un elemento aún más grave: los estadios donde se juega la pelota invernal son propiedad del Estado dominicano. Las reparaciones, mantenimiento y remozamientos corren a cargo del Gobierno, es decir, del dinero del pueblo. Sin embargo, la administración de los eventos y la fijación de precios operan bajo una lógica puramente privada y mercantilista, como si los equipos fueran dueños de esas instalaciones.
En el Estadio Quisqueya Juan Marichal, por ejemplo, los parqueos han sido aumentados nuevamente, a pesar de ofrecer condiciones deplorables: escasa iluminación, falta de seguridad y una total ausencia de organización. El resultado es una mezcla de frustración y desconfianza entre los fanáticos que sostienen con su asistencia la tradición más hermosa del deporte nacional.
Si no se corrige este rumbo, la LIDOM y sus franquicias están matando la gallina de los huevos de oro. La pasión beisbolera no puede sobrevivir eternamente a la codicia ni a la indiferencia institucional. Los fanáticos no son simples clientes; son el alma misma del béisbol dominicano, y merecen respeto, seguridad y precios justos.