Opinión. Viernes, 30 de Agosto de 2024
La seguridad ciudadana se mide en dos dimensiones. La dimensión objetiva y la subjetiva (percepción). Objetivamente los delitos o prácticas de desviación social se miden con los registros oficiales y sus estadísticas. Y la percepción de la seguridad se conoce por estudios de opinión.
Es muy probable que en una sociedad se reduzcan de manera sustancial los delitos comunes pero el cambio favorable no se perciba en el corto ni en el mediano plazo.
Por ejemplo, aunque los números de atracos y eventos delictivos se reduzcan en un cuatrimestre, la ocurrencia de sólo tres casos espectaculares, consecutivos y altamente difundidos en los medios de comunicación puede disparar la sensación de inseguridad en el mismo lapso de tiempo.
El principal indicador de la seguridad ciudadana en todo el mundo es la tasa de homicidios. Y es así porque la mayor agresión que una persona puede cometer contra otra es quitarle la vida.
Los homicidios son absolutamente objetivos, pero a la vez tienen un altísimo impacto en la percepción de la seguridad.
A propósito de un informe sobre homicidios publicado recientemente por la Procuraduría General de la República, por el bien común, me permito compartir a continuación con los lectores y las nuevas autoridades del Ministerio de Interior y Policía un breve análisis y una propuesta de medidas orientadas a reducir la tasa de homicidios y la inseguridad en nuestro país.
Así se matan los dominicanos
Según la Procuraduría, entre enero y mayo de este año se registraron 571 homicidios, de los cuales 524 víctimas fueron hombres (91.7%) y 47 mujeres (8.2%).
De todos los homicidios de este período 127 están relacionados directamente con 20 formas de delincuencia (atraco, asalto a negocio, sicariato, intento de robo, despojo de vehículo, violencia sexual, entre otros). La tasa de homicidios relacionados directamente con la delincuencia es de 2.82, con mayor incidencia en los casos relacionados con drogas (28) e intentos de atraco (27).
En el mismo período los homicidios no relacionados directamente con la delincuencia fueron 280 casos (más del doble de los relacionados directamente con prácticas delictivas). En esta categoría figuran 8 formas o circunstancias de homicidio: accidental, en medio de una riña, feminicidio íntimo, pasional, riña, riña por terreno, trastorno mental, violencia intrafamiliar. La tasa de homicidios no relacionados con la delincuencia es de 6.22.
Otros dos renglones en la clasificación de los homicidios según circunstancias entre enero y mayo son: en Acción Legal murieron 86 personas (tasa de 1.91), y los homicidios que aún están en proceso de investigación alcanzan los 78 casos (tasa de 1.73).
Riñas o masacres semanales
De todas las circunstancias en las que se cometen los homicidios, según el reciente y pasados informes estadísticos oficiales, las riñas, fundamentalmente entre hombres de 18 a 50 años, son las de mayor incidencia.
La inmensa mayoría de estos homicidios ocurren en los días, horas y momentos de recreación entre adultos: de 6:00 p.m. a 5:59 a.m., entre la noche y la madrugada del viernes y el sábado, del sábado y el domingo y del domingo y el lunes (horas antes de que las víctimas puedan volver a ver la luz de un nuevo día).
Para el período en cuestión los homicidios generados en riñas o peleas entre dominicanos que salieron de su casa a recrearse fueron 215 (95% hombres), lo que representa una tasa de homicidios de 4.78, y un 69% más que todos los homicidios generados por las 20 formas de delincuencia mortal que registra el Estado dominicano.
Estamos hablando de que en promedio las riñas entre dominicanos provocan 43 homicidios por mes, y más de 10 en cada jornada recreativa de fin de semana. Es una masacre semanal que no figura en las discusiones públicas pero genera la mayor presión sobre los indicadores de seguridad ciudadana, además de enormes tragedias entre las familias de víctimas y victimarios.
Esta realidad es consistente. Está en todos los informes de los últimos años. Y evidencia un profundo problema social de incapacidad de manejo de las emociones, incapacidad para resolver los conflictos por vías pacíficas, y ambientes recreativos no preparados para la prevención de estas tragedias, además de una alta incidencia del porte y uso de armas de fuego y el “consumo de alcohol” (habría que hacer estudios específicos para validar este componente).
Hacia una Política de Alerta, Prevención e Intervención de las riñas en entornos recreativos para adultos
Sin descuidar las políticas públicas dirigidas a reducir los niveles de delincuencia, que provocan el 22.2% de los homicidios, y sin dejar a un lado problemas tan graves como los feminicidios y la violencia intrafamiliar, en República Dominicana urge la creación de un Sistema de prevención y alerta de la riña mortal en los espacios y entornos de recreación para adultos.
1. Dicho sistema debe contar con una línea de trabajo que prepare a todos los centros de recreación para adultos en la prevención, alerta e intervención de los conflictos iniciados en los mismos centros y en sus entornos.
2. De igual forma se requiere la creación de un plan y un protocolo policial para intervenir de forma rápida, priorizada y efectiva en los conflictos convivenciales antes de que terminen en homicidio.
3. Una tercera línea de trabajo sería la creación de una campaña educativa nacional para promover la solución pacífica de los conflictos convivenciales y el manejo saludable de la ira y otras emociones entre hombres adultos.
4. El sistema del 911 podría contribuir con la reducción de la tasa de homicidio si en sus alertas prioriza la respuesta a las denuncias de riñas en los días y horarios de mayor ocurrencia de conflictos convivenciales en circunstancias recreativas.
5. Finalmente, como todos los homicidios ocurren en un municipio específico, el Gobierno podría aprovechar las capacidades y la fuerza institucional de los ayuntamientos para desarrollar estos trabajos y fortalecer la prevención. Por lo regular las zonas de mayor recurrencia o puntos rojos no son numerosas. Esto facilita identificar los barrios y entornos recreativos específicos donde más dominicanos matan a otros dominicanos por no saber evitar o superar una riña común.