Opinión. Sábado, 28 de Junio, 2025
Santo Domingo presenta una contradicción histórica en su paisaje urbano: mientras avenidas principales glorifican figuras extranjeras como Abraham Lincoln, Winston Churchill y John F. Kennedy -nombres impuestos durante períodos de influencia extranjera, particularmente la ocupación estadounidense (1916-1924)-, los héroes locales que defendieron la soberanía nacional permanecen invisibilizados. Francisco Alberto Caamaño (líder de la Revolución Constitucionalista de 1965), las Hermanas Mirabal (símbolos mártires de la resistencia antitrujillista) y Manolo Tavárez Justo (dirigente del Movimiento 14 de Junio) carecen de reconocimiento en el nomenclátor urbano, reflejando lo que el historiador Tony Capellán denomina «amnesia histórica institucionalizada».
Esta iniciativa busca subsanar lo que califica como «una deuda histórica con los olvidados», confrontando directamente el negacionismo sistemático promovido durante el régimen de Joaquín Balaguer (1966-1978), responsable según documentos del Archivo General de la Nación de más de 3,000 desapariciones forzadas. Los cambios propuestos son:
Caamaño Deñó
(El Moreno)
La propuesta concibe el espacio público como aula constitutiva de identidad. Según la investigadora Laura Muñoz (INTEC, 2022), «la toponimia urbana opera como un currículo oculto que naturaliza ciertas narrativas históricas». Por ello, el plan incluye:
El proceso se estructura en cuatro fases interrelacionadas:
Como señala el filósofo Walter Benjamin, «la memoria no es un instrumento para explorar el pasado, sino su teatro». Este proyecto trasciende el cambio nominal: busca convertir las calles en espacios de disputa simbólica donde, como plantea la antropóloga Rita Segato, «los nombres enuncian las luchas por el sentido de la historia». Al reivindicar a Caamaño, las Mirabal y Gómez, Santo Domingo no solo repara su memoria, sino que construye una pedagogía crítica de la ciudadanía. Las calles, al fin, serán de quienes las hicieron posibles con su lucha.