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Salvador Jorge Blanco: El olvido injusto y la doble moral política dominicana

Por: José Miguel Mañón Martínez

Opinión. Viernes, 28 de Noviembre, 2025

Salvador Jorge Blanco, expresidente de la República Dominicana, abogado exquisito de los tribunales, doctrinario profundo y escritor prolífico, ha sido víctima de un olvido imperdonable dentro de los dos partidos que, paradójicamente, se alimentaron de su legado: el PRD y el PRM. Resulta doloroso constatar cómo la figura de un estadista que honró la vida pública con su inteligencia, su integridad y su compromiso democrático ha sido relegada al silencio, incluso cuando en esas mismas organizaciones militaron su hijo, y hoy continúan su nieto y su hija.

La historia dominicana registra con claridad el ensañamiento político que sufrió Salvador Jorge Blanco. Fue humillado, perseguido y apresado en un proceso dirigido y auspiciado por el balaguerismo, que convirtió la justicia en herramienta de venganza. Lo que en su momento se presentó como una supuesta cruzada moral terminó revelándose, con el paso del tiempo, como una persecución política sin fundamento ético ni jurídico.

La gran contradicción —y la doble moral más evidente— surge cuando se observa la realidad actual: hoy existen figuras que han defraudado al Estado de manera comprobada, que han sido señaladas por actos de corrupción gravísimos, y aun así gozan del respaldo fotográfico, discursivo y político de dirigentes tanto del PRD como del PRM. Muchos de ellos posan sonrientes en imágenes públicas junto a personas de reputación dudosa, sin el menor reparo moral.

Sin embargo, los mismos que se muestran complacientes con los corruptos contemporáneos son los que se avergüenzan de reconocer y reivindicar a Salvador Jorge Blanco. No han sido capaces de promover sus aportes, de destacar su obra, ni de honrar la grandeza intelectual y ética que representó. Desatienden que, desde el ejercicio del gobierno y desde la producción académica, Jorge Blanco aportó una visión democrática que todavía hoy sigue formando a generaciones de profesionales del Derecho a través de sus libros, estudios y reflexiones.

Esa incoherencia revela una herida profunda en la cultura política dominicana: la facilidad con que se condena al íntegro y se premia al deshonesto; la rapidez con que se olvida al digno y se abraza al conveniente. La memoria de Salvador Jorge Blanco merece reivindicación no solo por justicia histórica, sino porque su pensamiento jurídico y su ejemplo cívico continúan siendo faros necesarios para un país cuyo sistema político todavía lucha contra la sombra de la impunidad.

Aún más revelador es observar cómo, durante los doce funestos años del balaguerismo, numerosos dirigentes de izquierda —perseguidos, torturados, encarcelados y sometidos a la represión estatal— encontraron en Salvador Jorge Blanco un abogado valiente, un litigante brillante y un defensor comprometido de las libertades públicas. Mientras muchos callaban por temor, él asumió la defensa de hombres y mujeres que sufrían la crueldad política de la época. Sin embargo, paradójicamente, aquellos mismos sectores que fueron protegidos por su ejercicio ético del Derecho rara vez mencionan ese capítulo luminoso de su vida profesional.

Del mismo modo, resulta imposible no contrastar esta omisión con el trabajo realizado por el PLD, que recopiló, editó y promovió todas las obras del profesor Juan Bosch para que las nuevas generaciones conocieran su legado intelectual. En el caso de Salvador Jorge Blanco ocurre todo lo contrario: ni el PRD ni el PRM han asumido la tarea de rescatar, publicar o difundir sus obras literarias, doctrinales y jurídicas. Se han desentendido de su producción intelectual, como si su pensamiento no formara parte esencial de la historia democrática dominicana. La ausencia de un proyecto institucional que preserve y divulgue su obra evidencia una injusticia histórica y una falta de visión política que contrasta con la grandeza que él aportó al país desde la academia, la tribuna pública y el ejercicio de la abogacía.

 

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