Opinión. Martes, 15 de Abril, 2025
En esta desgracia todos hemos perdido a alguien, un hijo, un amor, un amigo, un sobrino propio o adoptado, hijos de amigos queridos, hijos.
Por perder, -aunque fuera un momento- perdimos la esperanza, la fe, lo que a dúo con Enrique Santos Discépolo hizo preguntarnos, vencidos: “Dónde estaba Dios cuando te fuiste, dónde estaba el sol que no te vio”.
Aunque fuera sólo un segundo, todos nos hemos quedado sin la luz que para cristianos, budistas o musulmanes representan Dios, Mahoma o Budha, y por eso la pregunta del poeta, “¿dónde estaba Dios, cuando te fuiste?”
Si tanto hemos perdido, no perdamos también la experiencia.
Para sobrellevar estos golpes creó el hombre a los dioses que guían su breve paso por el mundo. Al fin, qué son 70 años en la vida de un universo donde la tierra es tan poca cosa, que ni es.
Si hemos perdido la paz, la cordura, el amigo, un hijo, un amor, un vecino, no perdamos también la enseñanza. Y pienso ahora en nuestros artistas venerados. Por ejemplo, la forma tan trágica como inesperada de su partida, -esta semana de tanta angustiosa incertidumbre-, permitió al pueblo dominicano (y a Venezuela que lo adoptó como un hijo) rendir merecido homenaje a Rubby Pérez.
En su honor, cada quién recordó el merengue que inauguró un amor, (“era una fiesta para dos”), o la fiesta familiar que había olvidado, confirmando su importancia en la banda sonora de sus vidas.
Los pueblos enamorados tienen sus canciones y “volveré, volveré, (…) cuando estés con él, (…) buscando tus besos en otros besos, en otras manos, en otro lecho”. Rubby Pérez ha recibido el homenaje que merecía.
Precisamente, y en acto de justicia, ahora que muchos de nuestros héroes musicales aún nos acompañan; piensa uno que estas horas de pena son buenas horas para rendirles en vida el homenaje que merecen.
Entonces, al ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, dejo aquí la propuesta.
Aunque algunos “ya caminan lerdos, como perdonando el tiempo”. Wilfrido, Cuco, Fernando, los Rosario, Sergio, ay, “Juliana, qué mala eres, Juliana/”. Ahora que “tengo un jardín de rosas” en “las páginas gloriosas de los pueblos”, por favor, “Wilfrido, dame un consejo”, que “ahora estoy confundido”, Fernando, y “dile”, dile”, Sergio, “dile” que viene el lunes, “caramba, caramba, ya viene el lunes”, el lunes galopante de la muerte, Rafa Rosario, que viene el lunes, ¡Ay!