Opinión. Jueves, 06 de Marzo, 2025
«EE.UU. amenaza con aranceles mientras América Latina y el mundo luchan por gravar a las big tech»
Donald Trump ha desatado una bomba comercial que sacude al mundo: los impuestos digitales, ese atrevido desafío a las big tech, están en su mira. Con aranceles como arma y un grito de guerra contra quienes osan gravar a Google, Netflix o Amazon, Estados Unidos pone a América Latina y más allá entre la espada y la pared. ¿Capitular ante el magnate o pelear por un pedazo del pastel digital? La batalla apenas comienza, y el precio podría cambiar el juego global para siempre.
Las tensiones aumentan mientras Estados Unidos, liderado por Donald Trump, amenaza con aranceles a países que osan gravar a los gigantes tecnológicos. República Dominicana enfrenta un dilema de alto voltaje: ceder a la presión o defender su soberanía fiscal en un tablero geopolítico cada vez más explosivo.
En un mundo donde las big tech como Google, Amazon, Apple y Meta dominan la economía global, los impuestos a los servicios digitales (ISD) se han convertido en el arma de los países para reclamar su tajada. Desde Europa hasta América Latina, los gobiernos buscan que estas corporaciones multimillonarias paguen tributos donde generan sus ganancias, en lugar de refugiarse en paraísos fiscales. Pero esta cruzada fiscal ha desatado una tormenta internacional, con Estados Unidos, cuna de estas tecnológicas, dispuesta a contraatacar sin piedad.
El mapa de los impuestos digitales ya abarca continentes:
En América Latina, el enfoque ha sido distinto pero igual de ambicioso: aplicar el IVA a plataformas digitales. Argentina (21%), Colombia (19%) y Uruguay (22%) lideraron el camino, seguidos por Chile, México y Costa Rica. Millones de dólares han engrosado las arcas públicas, pero el costo ha sido alto: desde alzas en los precios de Netflix y Spotify hasta la furia de los consumidores y, ahora, la amenaza de represalias comerciales.
Donald Trump, de regreso al poder y no ha perdido el tiempo para retomar su guerra contra los impuestos digitales. Durante su primer mandato (2017-2021), ya había calificado estas medidas como un ataque “injusto” a las empresas estadounidenses, amenazando con aranceles del 25% a productos icónicos como el vino francés o el queso parmesano italiano. Ahora, con la Sección 301 de la Ley de Comercio como su espada, Trump promete castigar a cualquier nación que grave a sus tecnológicas, desde Europa hasta los vecinos del sur.
Su estrategia incluye:
En la región, los impuestos digitales son una moneda de doble cara. Por un lado, han nivelado el campo entre negocios locales y gigantes digitales, además de inyectar recursos a economías golpeadas. Por otro lado, han encarecido servicios esenciales para millones de usuarios y puesto a los gobiernos en la mira de Washington.
Un caso revelador es el de República Dominicana. En 2025, el Gobierno lanzó el Decreto 30-25 para imponer el ITBIS a plataformas de streaming, publicidad online y apps como Uber. La reacción fue inmediata: críticas internas por el aumento de costos y una advertencia velada desde EE.UU. En menos de 24 horas, el decreto fue archivado, una capitulación exprés que ilustra el poder de la presión estadounidense.
El desenlace de esta pugna depende de dos frentes: las negociaciones de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y la intransigencia de Trump. Tres caminos se vislumbran:
La batalla por los impuestos digitales trasciende lo económico: es un choque de soberanías que definirá el futuro de la era digital. América Latina está atrapada entre la urgencia de financiar su desarrollo y el peligro de despertar la ira de su mayor socio comercial. El caso de República Dominicana es una advertencia inquietante. Si insistiera en aplicar impuestos digitales, podría enfrentar una cascada de consecuencias: aranceles devastadores sobre sus exportaciones clave como el cacao, el tabaco o el turismo; pérdida de competitividad en un mercado global ya feroz; y un aislamiento económico que agravaría la inflación y el descontento social. La lección es clara: desafiar a Trump es jugar con fuego, y las quemaduras podrían ser irreversibles.
¿Qué pesa más: la justicia fiscal o la supervivencia económica? Mientras la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) busca un consenso que parece esquivo, los países de la región enfrentan una encrucijada brutal. Optar por la autonomía tributaria podría encender una guerra comercial de la que pocos saldrían ilesos; Rendirse a Washington implica sacrificar recursos vitales y ceder soberanía en un mundo donde el poder digital dicta las reglas. En este tablero de ajedrez geopolítico, cada movimiento cuenta, y el costo de un paso en falso podría resonar por generaciones. América Latina, con República Dominicana como espejo, debe decidir: ¿luchar por su lugar en la economía del siglo XXI o doblegarse ante un gigante que no tolera desafíos?