Opinión. Martes, 10 de Septiembre de 2024
El acoso en todas sus lamentables manifestaciones es un mal no superado en República Dominicana que afecta sobre todo a las mujeres en su diario vivir. El acoso sexual es uno de los actos de violencia de género más extendido, peligroso y en sus diferentes tipos se vuelven intolerantes y desagradables.
Un estudio de PNUD-Infosegura (2021) indica que el 68.8% de las mujeres de 15 años y más ha experimentado algún tipo de violencia a lo largo de toda su vida, y más de la mitad (51.9%) la ha experimentado en espacios públicos.
El entorno universitario no es la excepción, preocupa que un lugar que debe servir como sinónimo de respaldo y acompañamiento de quienes desean optar por un título universitario muchas veces se convierte en un escenario hostil, sobre todo para las mujeres.
Para diciembre del 2019, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) hizo pública la sanción a un profesor por abuso de poder y chantaje contra alumnas.
Edgar Torres Guzmán era profesor de derecho en los recintos de la UASD en Santiago y Puerto Plata, y fue expulsado. Estudiantes lo denunciaron por varios abusos, la Facultad de Ciencias Jurídicas lo investigó y comprobó que las denuncias eran ciertas, y la UASD terminó expulsándolo. Este es uno de muchos casos que no tiene este resultado.
Recuerdo mi primer semestre de carrera, acababa de mudarme a Santo Domingo y aunque me preocupé por familizarme previamente con el campus, las aulas y conocer los perfiles de mis maestros y maestros, para mi sorpresa quienes ya tenían un camino recorrido en la Primada de América también me alertaron sobre algunas situaciones desagradables, incluso profesores que eran recurrentes en comportamientos inadecuados que habían puesto en zozobra a algunas compañeras, a una de ellas terminó reprobándole, no una, sino dos asignaturas por negarse a escribir su número telefónico en el examen final.
Veo que han pasado varios años desde que me tocó pasar por las aulas de mi amada alma mater y aún persiste esta situación, quizás esta ha sido la motivación de la candidata a la presidencia de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) por el grupo estudiantil Fuerza Juvenil Dominicana (FJD3), Tefa de la Cruz, quien recientemente ha depositado una propuesta de Protocolo de Prevención, Atención y Sanción Integral de Casos de Acoso y Violencia en el Entorno Universitario, con el que busca contribuir a la eliminación de estas situaciones y hacer del campus un entorno seguro y libre de violencia para todas las personas.
Esta propuesta incluye la creación de una Unidad de Igualdad y Atención Universitaria (UIA), que pueda actuar de forma independiente para lograr sanciones efectivas hacia las personas que incurran en estos actos, así como procesos de sensibilización y de atención a la salud mental como parte de las sanciones.
Al igual que Tefa, coincido que este marco normativo es urgente para dar atención a las situaciones de acoso y sobre todo devolver la credibilidad en los mecanismos institucionales, llevando a la UASD al siglo XXI.
Este documento fue depositado en la secretaría general de la UASD a fin de que sea conocido durante el proceso de Reforma Universitaria que se lleva actualmente y que estaría modificando, actualizando e incluyendo nuevos marcos normativos.
Si las universidades públicas y privadas investigaran las denuncias sobre abusos de poder de profesores que reclaman favores sexuales con alumnas y alumnos para colocar una calificación docente, serían muchos los casos descubiertos, los profesores sometidos a procesos de sanción y expulsados de su condición de maestros. De igual forma a cualquier persona que incurra en este comportamiento.
No es posible que la universidad estatal del país, la UASD, la universidad del pueblo, tengas tan escasas vías para presentar una denuncia, sanciones débiles y tan poca competencia de parte de los alumnos en la evaluación docente, una solución en el corto plazo se ve inalcanzable, por eso esta semana dedico esta columna a invitar a toda la comunidad universitaria a dar seguimiento a este proceso.
También invito a nuestras universidades a hacer una investigación sobre su propia cotidianidad y vida interna a fin de implementar las reformas necesarias para recuperar la confianza en la academia.