Opinión. Lunes, 29 de Diciembre, 2025

Llegamos al cierre de este 2025 y, mientras las luces de colores intentan maquillar la realidad en nuestras avenidas, el sentimiento que embarga al dominicano no es de júbilo, sino de una profunda desolación. Como analista del derecho y comunicador que palpa el pulso de la calle, me veo en la obligación de redactar estas líneas sin los «reparos» que la conveniencia política suele exigir. Este año termina como el ciclo del gran desencanto: una gestión de formas pulcras, pero de fondos vacíos, donde el bienestar colectivo parece haberse extraviado en algún despacho ministerial del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

La danza de los millones y el vacío de inversión

Uno de los agravios más lacerantes de este periodo ha sido el endeudamiento desenfrenado. Las cifras son aterradoras: la deuda pública escala a niveles históricos sin una contrapartida proporcional en el desarrollo nacional. El problema no es solo el monto, sino la invisibilidad del capital.

¿Dónde están las obras de infraestructura que justifiquen este compromiso generacional?

Mientras los préstamos se aprueban con agilidad pasmosa en el Congreso, el ciudadano sigue atrapado en un transporte caótico y bajo el azote de apagones que creíamos superados. Estamos hipotecando el futuro para financiar un presente de pura inercia y burocracia.

SeNaSa y el colapso del sistema sanitario

Si en las finanzas llueve, en la protección social no escampa. El 2025 ha sido testigo del colapso de la «joya de la corona»: el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa). El reciente escándalo de desfalco e irregularidades financieras en esta institución es una traición ética sin precedentes. Mientras se le niegan coberturas vitales a los pacientes más vulnerables, el dinero de los contribuyentes se esfuma en la opacidad administrativa. Este manejo irregular no es una simple falta técnica; es una violación fáctica a la Ley 87-01 y a la dignidad humana, demostrando que la salud del pueblo se ha convertido en la caja chica de la ineficiencia estatal.

El deterioro de los servicios y el balance del «Cambio»

A la par de la crisis sanitaria, el resto de los servicios básicos presenta un cuadro de precariedad extrema.

Faltan insumos en los hospitales y la atención primaria es hoy un laberinto de esperas inhumanas. El gobierno ha demostrado ser eficiente en el manejo de su imagen y en agradar a organismos internacionales, pero ha fallado estrepitosamente en la «microeconomía del plato de comida». El ciudadano de a pie no come indicadores macroeconómicos; sufre el alto costo de la canasta básica y la deficiencia de un Estado que promete mucho y resuelve poco.

Un amargo despertar

Esta es una Navidad de contrastes hirientes.

Cerramos el año con un presupuesto comprometido y una esperanza que, al igual que nuestros servicios públicos, requiere una intervención urgente antes de que el daño sea irreversible. El país no demanda más propaganda ni más préstamos sin rostro; exige justicia frente al desfalco y una inversión real que se traduzca en dignidad para todos los dominicanos. El 2025 nos deja una lección clara: el eslogan del «cambio» se ha agotado frente a la cruda realidad de un gobierno que parece gobernar de espaldas a las necesidades del pueblo.

Autor: Nicandro Jiménez (comunicador y abogado)