Opinión. Lunes, 07 de Abril, 2025
La historia del periodismo, aunque muchas veces atribuida a los tiempos modernos, tiene sus raíces más profundas en un invento que transformó el mundo: la imprenta de Johannes Gutenberg, creada en 1440.
Este avance tecnológico no solo permitió la difusión masiva de obras como la Biblia, sino que sembró la semilla de la alfabetización en Europa y, con ella, la apertura de las conciencias. Fue, sin lugar a dudas, el primer gran paso hacia la democratización de la información.
En la República Dominicana, celebramos cada 5 de abril el Día del Periodista, rememorando un hecho histórico que ocurrió en 1821: la publicación de El Telégrafo Constitucional, el primer periódico dominicano, nacido bajo el contexto de la llamada España Boba.
En aquel entonces, como hoy, el periodismo cumplía un rol fundamental: ser testigo de su tiempo y canal de expresión para los pueblos que buscan su identidad, su libertad y su voz.
Pero ser periodista no es simplemente informar. Ser periodista es un compromiso ético con la verdad, la justicia y la ciudadanía. Quienes ejercen esta noble profesión saben que su labor está regida por un código de principios que no deben negociarse: la veracidad, la imparcialidad, la independencia, la responsabilidad y la confianza pública.
Estos valores no son simple palabras escritas en un manual: son faros en medio de las tormentas informativas, son brújulas que orientan la labor de quienes todos los días salen a buscar la noticia, aunque les duela, aunque incomode.
En estos tiempos de redes sociales, noticias falsas, algoritmos y posverdades, el papel del periodista se vuelve aún más crucial. Ya no basta con contar lo que pasa; hay que contextualizar, verificar, resistir la presión y, a veces, incluso arriesgar la vida.
Porque cuando se vive en sociedades donde la verdad molesta, donde la crítica se persigue y donde el poder prefiere el silencio, el periodista se convierte en una figura incómoda, necesaria y valiente.
Hoy, más que una efeméride, el Día del Periodista debe ser una oportunidad para reflexionar sobre el papel de la prensa en la construcción de la democracia, en la defensa de los derechos humanos, en la vigilancia del poder y en la educación de los pueblos. Y también, es un momento para honrar a aquellos que, desde una redacción modesta o desde el calor de un diario digital , se esfuerzan por hacer de la palabra un acto de servicio.
Feliz Día del Periodista a quienes hacen de la verdad su oficio, a quienes no se doblegan, a quienes todavía creen que una pluma puede más que una espada.