Opinión. Miercoles, 08 de Enero de 2025
Al analizar el currículo académico de Manuel Jiménez y Roberto Ángel Salcedo (Robertico), podemos afirmar que ambos poseen una formación académica de primer nivel. Uno obtuvo su grado en una universidad elitista como la UNIBE, mientras que el otro lo hizo hace más de 40 años en la UASD, la universidad del pueblo. Ambos tienen maestrías en el extranjero y cada uno posee cuatro o más títulos de grado y postgrado.
La diferencia entre ambos candidatos no radica en su preparación académica, sino que es mucho más profunda. Para explicarla, debo citar una frase de un amigo mío: la lucha política del siglo XXI no es ideológica ni económica, sino cultural, donde se enfrentan valores como el patriotismo y la familia contra otra tendencia cultural de fronteras abiertas y la promoción del LGTB en las escuelas. En ese sentido, creo que ambos candidatos pertenecen al grupo que defiende la familia, aunque es necesario hacer algunas precisiones.
Si el Gobierno está en contra de los valores patrióticos y la identidad dominicana, sería mejor que rechacen totalmente a Manuel Jiménez, porque el cantautor no negocia esos valores patrios. Su alto aporte patriótico le ha valido el reconocimiento del Instituto Duartiano tanto en República Dominicana como en Nueva York, y además, en febrero de 2024, recibió la más alta distinción otorgada por las efemérides patrias.
Robertico, una figura a la que admiro profundamente, no es un gestor cultural; es un empresario cinematográfico (parte de la economía naranja), lo cual es valioso, pero no lo convierte en un gestor cultural.
Manuel Jiménez, en cambio, es un verdadero gestor cultural. Su presidencia en el Consejo Nacional de Cultura fue tan destacada que el gobierno de 1996-2000 le solicitó elaborar el borrador de la ley que elevó dicho ministerio a Secretaría de Estado de Cultura, ley que fue ejecutada en el gobierno de Hipólito Mejía.
Roberto Ángel Salcedo, por su parte, es un exitoso empresario del cine gracias a la Ley de Cine, una iniciativa que Manuel Jiménez, como gestor cultural, promovió durante sus años como diputado.
Uno de los puntos débiles de Manuel Jiménez como posible futuro ministro de Cultura es su firme defensa de la nacionalidad dominicana en todos los aspectos. Aparte de defender los colores de la bandera, fue un gran defensor de la Loma Miranda, una de nuestras principales fuentes de recursos naturales, y del Parque de los Tres Ojos, donde transformó una parada de autobuses contaminante en un espacio cultural conocido como «La Parada de la Cultura».
Otro aspecto en contra de Manuel Jiménez, que podría descalificarlo como ministro, es su criticada gestión como alcalde de Santo Domingo. Desde el primer día, enfrentó boicots, y en lugar de aumentar los beneficios para los regidores de Santo Domingo Este, que tienen los salarios más altos del país, prefirió incrementar los sueldos de los empleados del ayuntamiento y proporcionarles a los obreros un seguro de salud igual al de los alcaldes y regidores.
Un hombre patriótico en los hechos no puede ser ministro de Cultura en un momento en que intereses internacionales buscan despojar al país de su identidad.
Abinader no debería nombrar al político más preparado en términos de gestión cultural si ese hombre, durante sus cuatro años como alcalde, cantaba todos los días a las 8 de la mañana el himno nacional en la subida de bandera del Palacio Municipal.
Un hombre que dedicó un parque en honor a la mujer dominicana, donde los artistas culturales pintaron la historia de la mujer desde Anacaona hasta Milagros Ortiz Bosch, no puede ser ministro de Cultura, porque sería más la de un guardián de nuestras raíces ancestrales.
Cuando se critica a Manuel como alcalde para descalificarlo como ministro de Cultura, se olvida que lo primero que hizo fue recuperar el Monumento del Cristo de la Libertad, la obra más grande en honor a Juan Pablo Duarte, el Padre de la Patria. Lo convirtió en uno de los lugares más hermosos del país, donde se instalaron esculturas de piedra con los rostros de los Trinitarios y otros héroes de la independencia.
Si el gobierno quiere acelerar los planes para erradicar la dominicanidad, bajo ninguna circunstancia debe elegir a un hombre como Manuel Jiménez como ministro de Cultura. Durante su gestión como alcalde, construyó monumentos en honor a los Restauradores y a María Trinidad Sánchez, en el Paseo de la Historia.
Manuel Jiménez, creador del Festival Cultural en honor a Fradique Lizardo, considerado el investigador más dedicado al estudio de la cultura dominicana, también ha demostrado ser un sociólogo empírico, conocedor de la historia cultural más que cualquier otro político dominicano.
En su criticada gestión como alcalde, Manuel Jiménez hizo grandes esfuerzos para mantener los lazos culturales de los hijos de dominicanos nacidos en el exterior, creando el Boulevard en honor a los dominicanos residentes en el exterior y la Oficina de Asesoría a los dominicanos en el Exterior. Además, implementó la iniciativa de reconocer, cada 20 de diciembre, a nuestras figuras más destacadas en el exterior. Un hombre con la visión de que el dominicano puede nacer en cualquier parte del mundo y seguir preservando sus sentimientos patrióticos representa un peligro para aquellos que promueven una cultura anti-dominicana.
Manuel Jiménez fue criticado por popis de la nueva generación por construir bustos y monumentos en honor a Peña Gómez, Rafael Fernández Domínguez y Juan Bosch, tres grandes exponentes de la libertad y la democracia.
En su paso como alcalde, Manuel Jiménez también tocó intereses económicos al recuperar y restaurar el patrimonio histórico y cultural de la Iglesia Ermita del Rosario, la más antigua del Nuevo Mundo.
Además, en su gestión como alcalde, defendió la tradición cristiana de nuestro pueblo al construir un monumento a la Biblia, el libro sagrado de todos los creyentes en Dios.
En este mes de enero, cuando comienza el mes de la patria, tal vez el presidente Abinader quiera un ministro de Cultura que represente los intereses de grupos económicos. Si es así, Manuel Jiménez no es el indicado, porque en su trayectoria como gestor cultural siempre ha trabajado en favor de los valores de Dios, Patria y Libertad.