Opinión. Lunes, 27 de Enero de 2025
En las últimas cinco décadas, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha sido una figura central en la política dominicana. Su influencia ha sido tan profunda que los partidos que han surgido de sus filas han dominado el panorama político. Sin embargo, esta historia también está marcada por la división interna que, en momentos clave, ha llevado al partido fuera del poder.
Actualmente, vemos cómo los hijos del PRD han gobernado en alternancia. El Partido Revolucionario Moderno (PRM), como legítimo heredero del PRD, ostenta el poder.
Sin embargo, la historia nos enseña que la falta de unidad dentro del partido ha sido su talón de Aquiles. Si para el 2028 no logran presentar una candidatura de unidad, podrían enfrentar el mismo destino de salir del poder, como sucedió en el pasado.
Por otro lado, la Fuerza del Pueblo, descendiente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y a su vez nieto del PRD, se posiciona como una fuerza política significativa. Liderada por figuras como Leonel Fernández y Danilo Medina, su desafío radica en forjar una alianza legítima y verdadera que les permita retornar al poder.
Esta situación refleja los mismos desafíos internos que el PRD enfrentó en tiempos de figuras emblemáticas como Peña Gómez y Jacobo Majluta.
Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, y la República Dominicana no es la excepción. La falta de memoria política puede llevar a cometer los mismos errores que una y otra vez han debilitado a los partidos que alguna vez fueron fuertes.
El reto de los herederos del PRD, y de los líderes que hoy ostentan o buscan el poder, es aprender de la historia para evitar repetirla y construir alianzas sólidas que aseguren su permanencia en el poder.
La historia política dominicana, marcada por la sucesión de partidos y liderazgos, nos recuerda que solo aquellos que logren superar las divisiones y trabajar con unidad serán capaces de garantizar un futuro sólido y estable para el país.