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El vestido que mandó un mensaje político

Por Ramón Peralta

Opinión. Lunes, 19 de Mayo, 2025

En política, como en las novelas, nada es completamente casual. Y menos aún en personajes como Margarita Cedeño. Vestirse de verde, color emblemático de la Fuerza del Pueblo (FP), partido liderado por su exesposo Leonel Fernández no puede leerse como un accidente de guardarropa, sobre todo en una fotografía destinada a ser pública y, muy probablemente, viral.

En Los Mina, donde hasta el aire huele a política, algunos interpretaron el gesto como un acto de apertura, acaso una sutil reconciliación simbólica. Tal vez Margarita tiende un puente hacia la Fuerza del Pueblo en un momento en que el PLD, su partido actual, parece desangrarse en silencio.
Mi esposa, la vieja Daysi que suele ver donde otros no miran, me dijo que el vestido verde fue un homenaje indirecto a Leonel y a su hija. Que al celebrar el logro de Yolanda, su hija común, Margarita quiso reconocer también al padre, su legado, e incluso el entorno político donde la joven se ha formado.

Mi hija mayor, que no tiene pelos en la lengua, vio otra cosa: una advertencia elegante al PLD. Un gesto de desapego silencioso frente a un partido que ha caído al 10% y que parece alejarse de su esencia. Margarita, me dijo, está marcando territorio: “Tengo nombre, tengo historia, y si quiero, puedo jugar en otra cancha”.

Leonel no solo compartió la imagen. La elogió. La llamó madre ejemplar. La reconoció públicamente como parte del éxito de su hija. Y eso, en política dominicana, es más que cortesía, es estrategia.

Para mi amigo, el diputado de la Fuerza del Pueblo que ve signos incluso en los silencios la foto fue una postal de madurez. Unidad familiar en tiempos de divisiones internas. Una señal de que, al menos en lo simbólico, la política aún puede ser humana. Leonel, curtido en el arte del gesto, sabe que esas imágenes valen más que cien discursos, suman votos, especialmente entre mujeres, madres y votantes indecisos que buscan sensatez más que espectáculo.

Mi hija Linette, que detesta la política, odia la poesía y ama la tecnología y no concibe otro viejo como candidato presidencial, me dijo que la imagen le parecía una puerta entreabierta. Que a pesar del divorcio, tanto sentimental como partidario, el gesto público de cortesía era una manera sutil de decir “ Aunque nuestro matrimonio fue una porquería, aquí no todo está roto”. Y en un país donde las alianzas se construyen sobre ruinas, no sería descabellado imaginar a Margarita como figura clave en un pacto futuro, quizás como vicepresidenta de Omar Fernández.

Vestirse de verde, me parece, puede ser la señal de una transición interna. Margarita, acaso, se está redibujando fuera de la sombra morada del PLD. Puede que esté coqueteando visualmente con una nueva etapa: en la Fuerza del Pueblo o como una tercera vía, una figura de equilibrio. Pero también, quién sabe, quizá solo quiso mostrarse neutral y elegante en un evento familiar. Porque si se vestía de morado, era provocación; si de otro color, indiferencia. El verde, en cambio, tiene algo de esperanza, de renacimiento, incluso de espiritualidad.

Y ahí, en el centro de la escena, está Yolanda: sonriente, en su traje de graduación, con dos padres orgullosos a cada lado. Esa imagen aparentemente simple proyecta un puente invisible de madurez, respeto y unidad. Y en un país cansado de la confrontación, ese tipo de símbolos emociona, inspira y moviliza.

Este no fue solo un acto familiar. Fue, posiblemente el acto con mayor contenido político de la oposición en el 2025. Un reposicionamiento visual y simbólico de Margarita. Tal vez un gesto mutuo de respeto con Leonel. Tal vez un ensayo general para una alianza futura.

Tal vez y aquí el «tal vez» no es excusa, sino posibilidad de un mensaje silente pero rotundo a los militantes del PLD, a los seguidores de la Fuerza del Pueblo y a los indecisos que a tres años de las próximas no han decidido por quién votar.
No sé si estas líneas logran descifrar la verdadera intención detrás del vestido verde. Solo sé que me deja preguntas que tal vez nunca podré responder.

¿Está Margarita enviando señales de que está disponible para nuevas alianzas? ¿O está simplemente consolidando una imagen de sensatez, equilibrio y autonomía?
Sin importar las repuestas puedo decir con toda certeza que ese vestido verde y el elogio público de Leonel no fueron casuales. Fueron dos mensajes cifrados, contundentes y perfectamente hilados. Para sus respectivos partidos. Y para todo un país que aún cree en los símbolos.

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