Opinión. Jueves, 15 de Mayo, 2025
Nuestro partido La Fuerza del Pueblo se encuentra en una etapa crucial de consolidación institucional y territorial. Nuestro crecimiento a nivel nacional es evidente, y eso nos plantea nuevos desafíos internos: cómo organizarnos, cómo avanzar en la democracia interna, y sobre todo, cómo mantenernos unidos para convertirnos en la primera fuerza política de la República Dominicana de cara al 2028.
En medio del proceso de aprobación del reglamento que norma la elección de nuestra Dirección Central, nos encontramos con una situación que ha generado inquietud en varios niveles de la militancia. La inclusión de nuevos artículos en el proceso (no contemplados) en la convocatoria inicial, ha sido interpretado por muchos como el escenario para una inminente ratificación casi total de las actuales autoridades, sin que se haya dado un espacio real para la competencia o para la renovación democrática. Esta percepción, que se ha expandido con rapidez, ha causado cierto desánimo en las bases del partido, especialmente en Santo Domingo Este, donde existe una militancia activa, participativa y que espera ser escuchada.
En este contexto, es fundamental que los liderazgos locales en cada circunscripción asuman con responsabilidad el momento que vive nuestro partido. La unidad no debe ser una consigna vacía, sino una práctica constante en todos los niveles. En la Circunscripción 2, contamos con dos referentes cuya trayectoria y compromiso son incuestionables: la compañera Alexandra Peña, presidenta de esta demarcación, quien es sin duda la mujer más trabajadora que he conocido dentro de la Fuerza del Pueblo, entregada en cuerpo y alma a la causa partidaria, sin descanso, sin cálculos, siempre al lado de la base; y el diputado Rafael Castillo, actual vocero de nuestro bloque congresual, un dirigente firme, articulador y con visión de Estado, que ha sabido combinar la labor legislativa con un liderazgo presente en su demarcación y en todo SDE inclusive. Ambos tienen en sus manos la gran responsabilidad de ser el ejemplo de que el consenso es posible, de que el interés colectivo está por encima de cualquier aspiración particular, y de que debemos ser un solo equipo, trabajando unidos por el fortalecimiento de la Fuerza del Pueblo en SDE y en todo el país.
Como joven dirigente, comprometido con los ideales que dieron origen a esta organización, mi posición es clara: no es momento para fracturas internas, sino para construir consensos. Es momento de acompañar a las bases, escuchar sus preocupaciones y abrir espacios de diálogo franco, sin confrontaciones innecesarias, pero con claridad y firmeza sobre lo que necesita el partido para seguir creciendo.
Mi llamado no es contra nadie. Es a favor de todos. A favor de una Fuerza del Pueblo que entienda que la verdadera fortaleza se construye con participación, con institucionalidad, y con apertura. A quienes hoy sienten frustración, les pido que no se retiren ni se desconecten. A quienes están en posiciones de decisión, los animo a ejercer ese liderazgo con visión colectiva y compromiso con la renovación.
De cara al 2028, SDE tiene un papel protagónico que jugar. Y eso solo será posible si actuamos como una sola fuerza, alineados en objetivos comunes y conscientes de que ningún proceso interno, por difícil que sea, debe ponernos en dirección contraria al pueblo que espera por nosotros.
La unidad no es un discurso: es una acción diaria. Y es desde esa convicción que seguiré trabajando, acompañando, construyendo.